El otro ghetto de Tuiter: una realidad paralela
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Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.
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Por razones torsicret, que vamos a llamar laborales, todos los días tengo que irme a asomar a lo que llamo otros Ghettos de Tuiler, para ver cómo va la cosa, DM’s, RTs y todas esas cosillas que le acarician el…
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El desarrollo (específicamente el mío) vino a cambiar para siempre las bases del idilio que siempre tuvimos Mimí y yo. No varió la cantidad de amor, no. Lo que se incorporó fue una férrea vigilancia de mi abuela a algo…
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Hay precisiones del lenguaje que te hacen perder toda esperanza. O aferrarte a ella. Cuando alguien te dice “No es posible”, no es una negativa absoluta. Implica, de cierta forma, que es una imposición de alguien más, un algo que…
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La carrera de Derecho no se presta mucho para giras de fin de semana. Se presta más bien para quemarse las pestañas leyendo cerros de fotocopias, subrayando antologías y aprendiéndose de memoria los clones que se hacían en la facultad.…
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En los sesentas los hombres se rebelaron contra el poster boy de la guapura masculina que emulaban sus papás. Ese Gardel repetido por toda América Latina, de pelo para atrás, engominado, lampiño, camisa blanca, traje perfecto, olor a colonia, sonrisa…
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Más o menos para estas fechas, cuando Ella llegaba cansada de trabajar dos turnos, cuando ya todo estaba cerrado, cuando recién terminábamos de comer, yo dejaba caer la bomba: – Pasado mañana me toca salir de indio en el acto…
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Vos tenés que creerme cuando te digo que es posible que sea cierto. Que le gustés mucho a ella. Sí, yo sé que es una valkiria. La he visto. Perdé cuidado, jamás le voy a decir nada. ¿Qué importa que…
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La puerta del ascensor se abrió directamente en el pasillo. Era un edificio elegante, en una avenida elegante, la dirección perfecta para una oficina como esta. Como siempre, como en todos los países, en un lugar que suena chic y…
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No sé dónde compraba el arroz, porque mi abuela nunca fue persona de supermercados. Le chocaban esos lugares grandes, impersonales, los carritos, la cantidad enorme de productos que la mareaban. Compraba en el Mercado Borbón, cada semana. Yo siempre iba…
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Un cliente me invita a almorzar. Acepto. El cliente me cae bien. Es un tipo educado, culto, encantador, conversador, caballeroso, un legítimo charmer, que no ha recibido la notificación oficial de que no mide 1.98. Pero no importa. El se…