Estuve pensando mucho en el nombre de este post. Hasta pedí ayuda. Pero es que creo, firmemente, que parte de lo que uno cree ser también implica reconocerle cosas buenas a los que uno critica o, incluso, puede considerar, secretamente y en lo recóndito de la conciencia, lo que Silvio llama el enemigo.
Siempre estamos dispuestos a que ese enemigo haga todo lo malo que esperamos de él. Pero sorprende cuando la realidad demuestra que no todo lo que hace es malo. Que por eso confunde, porque a veces tiene destellos o actitudes que resultan admirables o por lo menos se ve uno en la incómoda situación de estar al mismo lado de ellos, en ese punto específico, al menos.
Y entonces, procede reconocerlo, con humildad. Recurriendo a esa fraseología clásica, encuentra uno frases elegantes como “Lo cortés no quita lo valiente” , “Seré un buen perdedor” o “Me he tenido que comer mis propias palabras”. A nivel de cuestionamiento interno, podría uno usar esa, sugerida por Matriuska “¡Jueputa mierda! Tan bruto no era”. Mi abuela, sumamente malhablada, me habría dicho “¿Ves? Ahora te vas a tener que meter el dedo entre el culo”.
Y creo que procede reconocerlo para evitar uno convertirse en un ejemplo triste del fanatismo que tanto critica en otros. Un ejercicio para mantener la mente abierta que permite reconocerles con tanta facilidad sus desaciertos- que suelen ser muchos- como sus pocas cosas buenas. Eso sí, sin irse de pollo.
El hecho que tengan un destello de grandeza o razón, no los convierte en algo bueno ni cambia la percepción que uno tenga de ellos. Que la culebra no me pique no significa que sea menos venenosa. Peor aún, en los seres humanos, estos destellos evidencian su capacidad de hacer las cosas diferentes y ahí uno podría pensar que simplemente, no las hacen porque no les da la gana.
Pero basta de elaboración pseudo moral. Vamos a los ejemplos concretos:
Ejemplo 1: Yo estoy MUY decepcionada de este gobierno, para el que trabajé como un caballo en campaña. Tanto, que hasta dolorosamente he renunciado a mi condición de liberacionista y no pienso volver a votar. Podrán burlarse, pero para mí esa fue una decisión dura. Durísima. Procuro no hablar del gobierno en este blog (entre amigos me los como vivos con ácidas críticas), por respeto y cariño a personas que ocupan cargos altos en la Administración. Y porque no soy tan bruta.
Aclaro además que NO soy ni fui una pegabanderas ni lauralover. Nunca dejé de trabajar en lo mío y asumí una doble jornada, a veces más. Tampoco soy una resentidita o una amargada porque no me tocó puesto consular a punta de inopia. De hecho, el tiempo se ha encargado de demostrar que eso fue lo mejor.
Pero tengo que decir que el informe de la Procuraduría de la Ética es preocupante, por sus imprecisiones técnicas que cualquier abogado que haya llevado penal y administrativo podría, o al menos debería, detectar. Y si no las detecta y esos son los jueces y fiscales y abogados que nos van a tocar, que dios nos agarre confesaos.
Más preocupante aun es que todos estemos dispuestos al linchamiento público basados en un análisis que más que análisis, es ocurrencia, porque la valoración del impacto de esas cartas de recomendación tiene que hacerse desde un punto de vista técnico.
No entiendo porqué se afirma que la única opción viable es que renuncien y es impensable que la Procuraduría hubiera podido equivocarse.
La Procu no es infalible y aunque el Procurador señala que el funcionario público debe alcanzar la perfección que le ha estado negada a la naturaleza humana desde que empezó a caminar erguido, hay que aceptar que hasta el mismísimo Procurador puede equivocarse. Y eso solo por citar una de las cosas curiosas de esa resolución, de que podría escribir un post entero.
Ejemplos de que errar es lo más humano sobran. En la historia nacional, como la hija de Roberto Brenes Mesén recitando odas al gobierno nazi en los años treinta o un presidente preguntando en Honduras, durante un homenaje de corona de flores y toda la cosa, de qué había muerto Francisco Morazán; solo para que le dijeran que de una sobredosis de balas en el Parque Central de San José de Costa Rica. Fusilar a Juanito Mora. Invisibilizar a hombres como Pablo Presbere o a la labor del Partido Comunista. Recordar a hombre y mujeres como Carmen Lyra y Calufa solo como escritores y no como personas que forjaron este país. Y a nivel personal, ni que se digan, pero esas peladas nos los reservamos para cada uno y para las mesas de tragos donde hacemos competencias públicas de ridículos.
En la resolución de la Procu se dice, por ejemplo, que don Leo usa términos subjetivos y entra en un análisis de las frases de la carta. Que yo sepa, el Procurador es abogado y no filólogo, lingüista, antropólogo social o sociólogo. Tampoco se evidencia que haya recurrido a un perito en esas áreas para ese análisis. Entonces, resulta que basado en un análisis absolutamente subjetivo, acusa objetivamente de subjetividad los términos de una carta. Eso, en materia de prueba, es simplemente inadmisible.
Y el reconocimiento: Las resoluciones de la presidencia son documentos de análisis que todo abogado y estudiante de derecho, abogado frustrado, bombeta y aspirante a tinterillo tiene que leer. Es cierto, hay partes donde pierden la elegancia y se les sale el hígado, pero por lo demás, son un ejemplo de la forma en la que se hace un análisis de un tema legal. No estoy siendo ni sapa ni brocha. Estoy siendo objetiva. Hasta me dan envidia. La pude haber escrito yo. Los invito a leerlas y abrirse a la posibilidad de que haya otros puntos de vista. Aquí las encuentran.
No entiendo porqué hay gente que dice “¡Cuidao pierde! No le gustó el informe de la Procu y hacen el suyo propio exculpándolos”. No, señores. Si la presidencia no estaba de acuerdo con una posición, mínimo tiene que justificarla, ¿o no? Interesante sería ver si la Procu- que no está obligada a responder- podría desvirtuar esos argumentos. O si a la Procu le va a alcanzar también para decir “Touché”. O si podemos tener una discusión académica, racional, con argumentos, sin caer en el paroxismo y en los extremos (que, recuerden, suelen juntarse).
Para agregar sal a la herida y ofensa a la injuria, éste asunto hasta me ha llevado a estar de acuerdo con un artículo de La Nación. Con este. Y con el de Jorge Vargas Cullel, pero ese no me incomoda tanto porque suelo estar más o menos en la misma línea que él.
Una cosa más: el perro le está ladrando al árbol equivocado (dirían los gringos “you are barking at the wrong tree”). Una carta de recomendación, hecha por Dios, por Alá o por Marx, jurídicamente no puede modificar el sistema de evaluación de una licitación pública ni variar su rumbo. El frío no está en las cobijas, ni en las famosas cartas. Si está en algún lado, está en el hecho de invitar a ferreterías a concursos de relaciones públicas; pero no. Hay que llevar a la hoguera a Liberman y a Garnier. ¿Y Recope? ¿O es que Dios libre tocarlos porque nos dejan los chinos sin la refinería nueva?
Ejemplo 2: Este es internacional y el que más me arde reconocer. En sus dos años de Gobierno, Piñera, ese facho, machista, ignorante, arrogante, pinochetista, que celebró la muerte de Allende; ha conseguido y aprobado más proyectos de corte social que 20 años de gobiernos de la Concertación. Y, repito, me arde reconocerlo. Mu – cho.
Para este post, terminé incorporando la recomendación de @ericjms en Tuites (sí, chiquillos, estamos en Tuites. Yo soy @Solentinameisla, ni modo que hubiera sido otra cosa) de Touché, que refleja esa elegancia del francés en medio de la práctica del esgrima que reconoce que lo rozó apenas la punta del florín y que con eso pierde, en lugar de hacerse el chancho aunque tuviera la oportunidad. Yo me lo imagino a uno vestido de D’Artagnan, quitándose el sombrero con aquella plumota y haciendo una reverencia a la vez que dice “Touché” son esa sonrisilla de ni modo.
Me hace gracia demás como ese Touché reconoce personalmente la derrota antes de que el otro se la eche en cara, es una concesión graciosa, elegante, que contrasta con la cultura latinoamericana del jalisco nunca pierde o niégalo-niégalo.
Si me pusiera política, diría que tal vez hubiera sido mejor título “Al César lo que es del César”, aunque el César, en casi todos estos casos, ha sido tan glotón de dejarse todo, incluso, lo que es del pueblo. Como decía Alí Primera: “Para el pueblo lo que es del César”
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