Soñé que estaba en una clase, de algún idioma, alguna cosa y mientras esperábamos que empezara, vos regresabas.
Te veías un poco diferente, el pelo más largo, algo más viejo, tímido. Tal vez preocupado de cómo te íbamos a recibir. Con una sueter morada.
Me emocioné de verte y me levanté a saludarte, como si hace mucho no te veía porque han pasado meses.
Algo me contabas de pensionarte y de lo complejo que había resultado el manejo del dinero.
Yo iba y venía y le contaba a los demás que habías vuelto. Que te conocía de antes, presentándote amigos.
En algún momento te sentías más cómodo y venías a donde yo estaba sentada. Parado detrás de mi silla, e inclinaste sobre mí. Quedamos encerrados en tu camisa, tu abrigo. Se filtraba la luz.
-Te acordás cuando te di un beso?
– Sí.
Había sido en otro sueño. Uno en que íbamos juntos a un bar en algún puerto y nos reíamos mucho toda la noche hablando de cosas que no recuerdo.
Te di otro. Y vos a mí. Varios.
Me sentía feliz. Adolescente, aunque no fuese eso lo que viví en esos años. Aunque fuera eso lo que siempre ansié.
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