Es cierto. Habíamos quedado en que yo finalmente dije que sí, después de tanto tiempo. Y habíamos quedado en una fecha. Y luego yo tuve que cancelar y al día siguiente y vos y al trasisguiente yo. Y luego se complicó la cosa. Sí, se complicó. Entre compromisos y reuniones y horarios y cosas inesperadas se complicó. Como cuando pasás de una carraspera a una neumonía. Y nos disculpamos los dos. Muchas veces. Y nos prometimos, como un mantra “la próxima semana”. Y nos dijimos que valdría la pena, que esto no era normal, que era la época, que y que y que. Y vos sugeriste que me mantuviera fiel a la promesa tantas veces cancelada. Pero ¿sabés? hay cosas que pasan. Y por suerte, en efecto, pasan. Porque no sé si tanta cancelación era como una señal de que talvez mejor no. No sé si esto que apareció es otra señal que lo nuestro, como le decís vos, este idilio raro, tal vez mejor no. Pero sobre todo, y considerando los antecedentes, ¿será infidelidad de mi parte violar el acuero de “on hold”?
Dudas
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desde la isla de
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