Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

Aniversario de estas alamedas

desde la isla de

Desde que empezó este blog, un Viernes Santo:

Pasé por amores y desamores y rechazos y abandonos. El amor no es esa emoción alterada permanente de la tele, creo. Es más bien callado, como una playa en calma.

Tengo los mismos amigos que tenía entonces y encontré nuevos amigos que me abren los brazos, sin juzgar, cuando ven que lo necesito y que ha sido una maravilla incorporarlos a mi vida.

Pasé por ataques de pánico, un mes entero sin dormir y los superé. Sola no. Con medicación y terapia.

Pasé por un cáncer de mama. Tengo tetas nuevas que ya son mías. Este año se cumplen 5 años. En mayo me dicen que ya estoy libre de cáncer.

Compramos casa propia y ya la pagamos, gracias al INVU. Finalmente tengo un lugar mío, propio. Y eso es importante para mí.

Sigo trabajando en el mismo lugar, pero ahora hago otras cosas que me gustan mucho más, porque tienen que ver un poco con la parte social del derecho y doy muchas charlas. Me gusta enseñar.

Aprendí a hablar alemán. Conocí Europa. Viví unos meses en  Berlín. Y volví, varias veces. Eso no estaba escrito en el libro de mi vida.

Cerré el duelo-finalmente- de la muerte de mi papá y de mi abuela y eso me hizo crecer.

Empecé a nadar y encontré el único deporte que me ha gustado en la vida. Espero seguir nadando siempre. Un Nadador Shaolín aprende todos los días en el agua.

Me di cuenta que era feminista. Que todos los días sigo aprendiendo.

Aprendí a ser más tolerante, más dispuesta a escuchar, a ver el otro lado. A manejar el miedo.

Siendo liberacionista, voté por el PAC. Vi aprobarse el matrimonio igualitario. Vi a mi país cambiar y también polarizarse.

Hoy sé que mi abuela Mimí decía que en Viernes Santo a una le salía cola de pescado al bañarse, no por el agua, sino por el acto impuro de tocarse el cuerpo desnudo en un día como éste.

Fuser vino a mi vida y se fue. Le di todo, todo. Lo material, lo sentimental, todo. Fuser me hizo darme cuenta de mi capacidad de cariño y ternura y amor incondicional. Y por él y gracia a él, hice un duelo diferente, sano. Aun no tengo otro perrito.

Soy mamá, gracias a un proceso de adopción y al Estado, conocí el amor más grande y único. Jamás me lo imaginé. A veces pienso que hubiera sido mamá antes. Pero entonces no sería la mamá de Pato y cada cosa tiene su tiempo.

Será la edad, o será Pato, pero siento que, finalmente, he crecido.  Antes no quería disfrutar de las cosas porque no quería pasar por la sensación de que se terminaran. Ahora, a pesar del dolor de la pérdida, agradezco haberlas vivido. Soy otra. O tal vez la que siempre debí haber sido.

Ahora pienso en la vejez, en el futuro, en los años que vienen, en cumplir 50, en cómo me he dado cuenta muy tarde en la vida de lo que realmente me gusta y lo que no, de mis limitaciones y talentos y, sobre todo, en cómo se me han ido estos años en un suspiro.


Gotitas de lluvia

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