Charlie, Titi: don’t push it.
Te hablo así, con confianza, como si te conociera porque en cierta forma te conozco. Estuvimos en el mismo colegio o como decimos los ex alumnos cuando hablamos de otro de nosotros “Es del cole”. Y eso, así cortito, lo dice todo.
Yo no sé si los comunistas de verdad lavan cerebros, pero sí sé y me consta, que los capitalistas lo hacen muy bien. Ese cole, Charlie, nos marca. Ese cole nos hace sentir en confianza, con gente como uno, cuando se topa con un ex alumno. Yo tengo claro y creo que vos también, que no existe la ideología de género. Pero ese cole funciona con una ideología de clase que se mantiene aunque hayan pasado 20 años, como en tu caso. O 30, como en el mío. Todos lo tenemos claro.
Pero no te escribo para hablar de tiempos idos de uniformes franciscanos grises con azul y mañanas frías de Moravia. Te escribo porque estás en este enredo de ser presidente y yo voté por Liberación en primera ronda, como lo vengo haciendo desde que tengo 18 años, excepto cuando Johnny que preferí anular el voto y no fui a votar en la segunda ronda o lo anulé, ya no me acuerdo. O sea, que yo no soy parte del millón trescientos de capital político que había hace cuatro años.
Y soy liberacionista desde los 14. Me convencieron en el cole, el mejor profe que he tenido de Estudios Sociales, que ahora es cura y sigo pensando que don Pepe fue de lo mejor que le pudo pasar a este país. Fijate.
Como liberacionista, Charlie, te puedo decir que ya ha ido pasando el pichazo. Ya el 4 de febrero es un mal recuerdo. Ya empieza uno a pensar cómo tragarse el orgullo verdiblanco o qué hacer para el domingo de resurrección.
Y como la vida sigue, uno aprovecha y vacila. Yo, por ejemplo, aun no puedo creer que Fauricio sea candidato, como si no fuera un riesgo real que sea presidente. Sin hacer acto de contricción, porque no me arrepiento, he criticado su carencia de ideas, de capacidad de hilar un pensamiento, de plantearlo o de plasmarlo sin usar una respuesta tuya de base. Me enfureció la infancia de su esposa, porque creo que ningún niño en Costa Rica tiene que pasar por eso, pero más cólera me dio cuando la vi diciendo que el cáncer de mama se cura orando y poniendo manos y hablando en lenguas inventadas, porque no es asunto tuyo, pero tuve ese cáncer y es el cáncer que más nos mata. Le he ofrecido a Fauricio el slogan ganador de “Soy tan homofóbico que no puedo ni tocarme”, porque su homofobia me resulta incomprensible y repugnante, igual que su rechazo a la ciencia y la forma en la que usan el mensaje de Jesús en las partes que le sirven y para jugar y lucrar con la fe de la gente. Me pudre eso de que ahora pide perdón “si a alguien he ofendido”. Para la gente como Fauricio, ni perdón ni olvido. He sido incisiva y filosa, sin medirme. Sabés porqué? Claro que sabés porqué: el cole nos deja con todo el potencial para ser comemierdas. A veces uno lo usa, a veces no. El mío está desatado con todo esto.
Además, no puedo con la ignorancia de Fauricio y de su gente, en cosas básicas como no entender cómo funciona la Corte Interamericana de Derechos Humanos o los derechos humanos en general, la regulación local en temas de discriminación o mínimo, lo que hace el Inamu y lo que hace el PANI. Que por cierto, el que toque el PANI se compra un problema, porque lo que es con el PANI es conmigo. Otro día te explico.
Pero disgrego. Charlie, hay muchos liberacionistas de a pie, como yo, que estamos aun tragando grueso pensando cómo vamos a hacer para votar por vos o por el PAC el 1 de abril. Y no es fácil, creeme. Se pone peor cuando la gente PAC te dice cosas como que TENES que hacerlo, porque la otra opción es peor. Newsflash: Yo ya sé que la otra opción es peor en cualquier escenario.
Se pone peor cuando siguen hablando mierda de los liberacionistas, tratándonos de corruptos para arriba o nos hablan con condescendencia. Y se pone horrible cuando se burlan y te dicen que ahora no queda de otra, porque si no, es aceptar que estás del lado del fundamentalismo. Imaginate lo que siente uno, comemierda en potencia, bilingüe, sanpedreña, UCR e intelectual, que lo metan en el saco del lado oscurantista.
Yo no quiero votar ni por vos, aunque seás del cole, ni por el PAC. Si al final me decido, mi voto es más bien contra Fauricio y contra todo lo que él representa. Mi ejercicio del voto el 1 de abril será porque me siento responsable con mi país y con mi hijo. Porque tengo la sospecha de que lo que yo hago y lo que soy, no alaba al Dios de los restauradores nacionales. Porque me da horror todas las señales tan parecidas al nazismo o cualquiera de sus versiones recicladas en las dictaduras latinoamericanas, los crímenes de odio (vamos a uno por día desde el 4 de febrero) o esa ingenuidad de “Aquí no va a pasar nada”. Porque no quiero tener que irme de aquí y ni siquiera se ni me he puesto a pensar si podría siquiera tomar la vía fácil de emigrar a un destino soñado. Oíme, seremos del cole, pero en mi caso, yo era de la parte no platuda de la población estudiantil, de esa en que la mamá pone todo el salario para pagar mensualidad, bus, gastos y alquiler de libros gringos.
Y es que del otro lado, me siento huérfana y creo que no estoy sola en el sentimiento. ¿Cómo crees que nos sentimos los liberacionistas cuando vemos noticias como que el PLN recibió órdenes de poner la maquinaria al servicio de Fauricio? Algunos sienten cólera o decepción porque antes de las elecciones, en esa confusión terrible de encuestas y burbujas, nos encomendábamos al poder de esa misma maquinaria y ya sabemos cómo nos fue. Los conspiparanoides, como yo, lo que sentimos es sospecha: ¿dónde estuvo esa maquinaria cuando la necesitábamos? ¿De qué sirve una maquinaria sin votos? ¿Cómo crees que nos sentimos cuando Antonio sale diciendo que siempre se ha sentido más afín a Fauricio? ¿Cuándo don Oscar se queda callado? ¿Cuándo uno no sabe qué va a pasar con el partido o quién podría ser candidato? La cosa está tan peluda que ya uno perdonó a Kevin Casas. Solo eso te digo.
Entonces – y aquí, de nuevo, hablo por muchos liberacionistas- : No necesito tu lástima ni la de tu partido. No necesito los regaños ni los reclamos ni las escenitas del PAC. No voy a andar banderas, ni calcas, ni esperés de mi parte ningún entusiasmo. Lo que necesito es que entendás que si voto por vos (No. No puedo ni siquiera pensar que voto por el PAC), para mí es un sacrificio y uno que duele como cuando te quitan una uña encarnada o saludar a tu ex con una mujer que es mucho más bonita que vos cuando encima él te dio vuelta.
Entendé que eso no es una adhesión al PAC ni una traición al liberacionismo. Entendé, sin resentirte, que estamos escogiendo entre dos males y no queremos ser cómplices del mal mayor. Entendé que esto no nos cierra la boca y que vamos a seguir criticando, con el mismo ácido y la misma tirria.
Respetá el dolor ajeno. Vos tenés cara de que lo harías, pero decile a los fiebres tuyos, a esos pegabanderas tan molestos que se comportan como trolls, que también lo hagan, y, al menos, que cierren el hociquito.
Otra cosa: Stop preaching to the choir, boy! Hablale a esos liberacionistas como yo, que somos buenas personas, con hijos, con familia, con trabajo, con deudas, con pequeñas alegrías que en este momento estamos como invisibilizados, aislados o callados, por decisión propia o de terceros. Danos, al menos, la dignidad a la que tiene derecho el vencido.
Entendeme, por fa. Yo sé que podés hacerlo. Y eso, así de sencillito como suena, sería más que suficiente para muchos de nosotros. Hacelo y de paso nos hacemos un favor a todos para evitar ese guindo cristiano al que nos llevaría Fauricio.
Te lo digo desde el fondo de mi corazón verdiblanco, bastante maltrecho en estos días: Ojalá vengan 4 años en los que todos los días me arrepienta de votar por vos; porque yo no sirvo para ser la sierva de ningún hijueputa. No me criaron para eso. Sorry.
Liberacionistamente tuya (sí, no insista, ya hablamos de eso),
Sole
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