Respecto al polvorín du jour, sí, me voy a referir. Se aguantan. A ver:
La condición de funcionario público no es algo que se quita como un sombrero. Es como ser abogado o médico. Uno no puede decir que está actuando en su condición personal porque no se puede desprender de esa investidura profesional y pública a gusto. La única forma de quitarse esa investidura, es renunciando a la misma. Tampoco se suspende temporalmente ni hay cortis de la investidura, aunque lo diga el jefe.
Precisamente por eso, es que las sanciones a las actuaciones de los funcionarios públicos son mucho más estrictas para el resto de los mortales, porque se supone que un funcionario público cumple con una serie de requisitos, entre ellos la idoneidad, para que se le asignen labores que contribuyen a alcanzar el fin público del que todos nos beneficiamos. En serio, ser funcionario público hace que las penas por ejemplo a nivel penal se agraven.
Se les exige, a nivel legal, una pureza y perfección prístina que choca de frente con la sabiduría milenaria de que errar es humano. Sí, es una barbaridad. Sí, es una injusticia. Sí, no pueden hacer ningún aleteo. Pero ¡Hey! Yo no redacté la ley. Les estoy contando lo que le enseñan a uno en la facultad. Así que no fusilen al mensajero.
Siguiendo en esa línea, lo que diga un funcionario público puede interpretarse como una posición oficial del Gobierno, de ahí todos esos intentos (fallidos, por demás) de tratar de ordenar quién da las declaraciones a los medios, etc, para evitar metidas de escarpines. Ante el administrado- el ciudadano, o sea ustedes y yo- el Estado es uno solo, independientemente de la persona a través de la cual se manifieste su posición o su voluntad.
No es que pierden su libertad de expresión. Es que ejercerla, en temas que tienen que ver con el Gobierno, adquiere matices diferentes y una responsabilidad mucho más fuerte.
Ahora bien, tampoco es que los curas estaban sentados en su vergel cuando alguien prendió el ventilador y le tiró un balde lleno de mierda. A otro perro con ese hueso. Lo que hicieron fue aprovechar que este Gobierno viene teniendo severos problemitas de comunicación en muchas áreas, siendo el más reciente el tema de la ley de radio y televisión, se las dejaron picando, solos frente al marco y tiraron el zapatazo dirigiendo el esférico hasta el fondo del marco.
Y además resulta que la constitución no deja duda alguna de cuál es la religión del Estado. Y el comentario fue sobre una obligación del Estado costarricense dicha por un funcionario público y lo demás es historia de la que los periódicos en todos los formatos y los pericos, han hecho fiesta.
Ya lo dije en Tuiters: No es Julia, ni es el tuit. Es un pulso de poder y si el Gobierno se disculpa u obliga a alguno de sus funcionarios a hacerlo, probarán una vez más lo que decía Mimí: toda rodilla se doblará, particularmente humillante para un Gobierno que prometió impulsar un Estado laico y en la finta se llevó a 1.3 millones de personas y la ilusión de otros- como yo- que aunque no votamos por ellos, aun manteníamos- de pollos- la ilusión que fuera diferente.
Julia sabrá si se disculpa o no, si renuncia o no, y es una decisión personal, muy dura, que solo ella puede tomar y nadie debe/puede juzgar. Pero no se les olvide una cosa: Julia ya se había disculpado en su perfil de FB y había reconocido que fue un error expresarse en esos términos. No voy a poner el link para que no la anden jodiendo.
Obvio, eso para los curas ni cuenta ni lo cuentan. No sé si lo que quieren es vestirla de San Benito y que se disculpe de viva voz en medio del Parque Central con cadena de televisión en vivo a cargo del Sinart para que se queden tranquilos.
Pero insisto: no es el perdón de Julia, ni Julia ni el tuit lo que les interesa. Su objetivo es bajar la mano con fuerza, golpear la mesa y decirle al Gobierno y al Presidente quién es el que patea al gato en este país.
A nadie le ha interesado ponerse a ver el nivel de cuasi histeria que alcanzaron los comentarios contra Julia y sus posiciones. La saña, los insultos, la alevosía, de auto denominados cristianos que exigían su cabeza como la de Juan el Bautista. Basta salir del círculo de comodidad de uno (visitar otros ghettos) para confirmar que el Padre Minor y Shakira tenían razón: no se puede vivir con tanto veneno. De verdad no sé cómo hace esa gente, que vive pendiente del comentario para volver a clavar el cuchillo, que no da la cara, que pasa en eso todo el día exponiendo lo putrefacto de sus entrañas. A esos nadie les exige una disculpa pública. A esos los curas no les dicen que sean tolerantes o que no usen el nombre de Dios en vano. ¡Qué compasión ni amor al prójimo ni qué albaharda vieja!
Además, si por mi fuera, no pongo a Julia a disculparse ni se lo sugiero. Que se disculpe el equipo de abogados de Casa Presidencial que no advirtieron a sus funcionarios con más exposición de esto. No sé si serán los mismos que los infames 23 del Micitt. Que se disculpen el aterro de pendejos que prefieren que ella ponga el pecho en lugar de mandar a Manolo González a pedir perdón. Que se disculpe el Presidente por ser tan naguas tibias y permitir estos atropellos. Que se disculpe el jefe de Julia si tanto miedo le tiene a la Iglesia.
A mí que no me vengan a decir que jamás se imaginaron que así era ser gobierno. ¿Qué creyeron? ¿Qué venían a jugar de casita? ¿Qué no les iban a embarrar y a cobrar cada error que se cometiera al doble y al triple del cobro normal? ¿Qué no quedó gente con sangre en el ojo? ¿Qué les iban a dar una oportunidad? Las personas buenas- y no sé si esto aplica a este gobierno- deben esforzarse en ser doblemente buenas. No basta ser tan buenas como los otros, porque eso solo nos pone al mismo nivel.
Yo, si me disculpara, seguiría las enseñanzas de la Santa Madre Iglesia y al estilo del Padre Minor, convocaría a llenazo al Estadio Nacional y una vez que todos estén en silencio- si quieren con San Benito y hoguera quema herejes atrás para efectos dramáticos- empezaría a leer mi disculpa:
Les pido disculpas por no darme cuenta antes de que las enseñanzas de Cristo no son las de la Iglesia.
Les pido disculpas porque creo firmemente en lo que decía Mahatma Gandhi: Me gusta Cristo pero no me gustan los cristianos.
Les pido disculpas por decir en voz alta lo que muchas personas piensan en este país y no se atreven a decir o no tienen voz.
Les pido disculpas por toda la rabia y el odio que me han hecho sentir, cada vez que condenan a mi hermana y a mis amigos homosexuales, que son mi familia, a una eternidad en el infierno.
Les pido disculpas por haberme rebelado contra tanta y tanta mierda y tanta culpa que trataron de meterme en la cabeza por tantos y tantos años.
Les pido disculpas por juzgar a todo el clero por lo que hacen ustedes, a pesar de que hay curas comprometidos, buenas personas, críticos y conscientes.
Les pido disculpas por haberles dado el beneficio de la duda cada vez que dentro de mí, les dije vendidos, por prestarse a las necesidades del poder, por estar tan cómodos cerca del poder, por buscar incesantemente el poder, cuando su lugar era otro.
Y así sustantivamente, hasta que se arme tal despelote en el estadio, que nos tengan que sacar a todos a palos con fuerza pública incluida y terminemos comiéndonos un copo de kola con doble leche y besito en La Sabana, sacándole chotas y chistes a todo lo ocurrido.
Pero, en una situación así ¿disculparme yo? Mirála. Joputas.
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