Mi amiga Melissa, argentina por los cuatro costados, estaba un poco triste. Decidí sacarle una sonrisa contándole cualquier tontera. Después de una introducción de porras y apoyos, le dije que estaba yo ceñida en lograr que se riera. Así, de esta manera:
Es más, te voy a dar un adelanto: Hoy lunes Costa Rica le gana a Argentina.
No sé si sabés que hace unos meses, aquí estrenamos un estadio nacional super glamoroso. Nos lo regalaron los chinos por patearle el culo a Taiwan y terminar relaciones diplomáticos con ellos. Cada vez que un país hace eso, parece que China les da un estadio y si tienen un zoológico decente, uno o dos pandas (espías, presumiblemente).
La cosa es que aquí el zoológico da pena ajena y duele ver a los animalitos ahí encerrados. Así que acabamos con el mismo estadio que le han regalado los chinos a los africanos, construido por mano de obra china que bretió 24 horas al día, sin garantías sociales, sin salario mínimo, casi como esclavos. Obvio, uno se pasa el Código de Trabajo por el arco del triunfo cuando de estirar la mano se trata.
El nuevo estadio yo lo hallo francamente horrible, gigante y no calza para nada con el resto de la ciudad y menos con el parque en dónde lo encaramaron. Antes esa zona tenía una sombra y una brisa agradable. Ahora es un peladero ardiente con un estadio nuevo en medio. Como en China la entrada a actividades deportivas es gratis, aquí tuvimos que invertir en ponerle boleterías y controles de ingreso. Y ya hemos tenido nuestra cuota de intrigas de palacio sobre quién, cuándo y cómo lo usan, cuánto cuesta y a hacienda persiguiendo a empresarios de conciertos.
La cosa es que para la inauguración del estadio, trajeron a la selección Argentina. La gente acá estaba como loca. Toda la publicidad era “¿Querés ir a ver a Messi?”, como si fuera ir a tomar mate con él y preguntarle por todos los chiquillos del Barca. Costa Rica entera estaba tapizada de fotos de la pulga. Te sentías como si estuvieras recorriendo la rambla en Barcelona o la calle Florida en Buenos Aires. El día que vendieron las entradas, la gente faltó a trabajar por ir a hacer fila para comprarlas. Hubo empujones, tumultos y trampas. Falló la página de Internet que recién estrenaban. Se vendieron en el mercado negro como pan caliente. Nos polarizamos de nuevo, a lo TLC, dos categorías de ciudadanos: los que tenían y los que no tenían entradas.
Ya te he contado del amor irracional que se le tiene aquí a todo lo argentino. Para comprender el realismo mágico del trópico, hay que ver a hombres adultos corriendo detrás del bus de la albiceleste, con camisetas de argentina y gritando “Messi, Messi”, como las quinceañeras de mi época detrás de Chayanne. Todos opinando sobre su alineación soñada (la argentina, no la nacional). Chicos y grandes con la cara pintada de azul y celeste. Discusiones sobre qué me gustaría decirle a este o al otro. Trasiego de estadísticas. Remasticar viejas anécdotas mundialeras. Correos virales con los anuncios de la selección argentina que nos emocionaban hasta las lágrimas.
El estadio se llenó. 35 mil fanáticos pegando gritos. Todos íbamos con Argentina, con esa alegría del que ve a su selección masacrada, pero lo disfruta a gusto. Hasta que al fin teníamos nuestro propio partido de la Copa del Mundo en el patio de la casa, donde la podíamos ver y mejor aun: donde la podíamos pagar. Todos con Messi y contra la selección tica. El chiste clásico de abrile campo y date la vuelta para ver el golazo que va a meter Messi.
Pero Messi no jugó. No dio conferencias de prensa. No visitó hospitales. No firmó autógrafos. No le regaló una camiseta china del Barca a algún chiquillo que lo idolatrara. Ni siquiera le sonrió a la gallada. Dijeron que dizque estaba lesionado. No te imaginás ese estadio. Era un funeral. La gente lloraba de la cólera. Le dijeron de todo, maricón, pendejo, jugá, te queremos, somos tuyos, cinco minutos, un golcito. Y nada. Además Argentina puso a jugar a la B y a ninguno de los héroes que solo habíamos visto por Cable.
La gente habla y escribe mucho de una hembra despechada. Pero nadie dice nada de la afición despechada. Los editoriales, los blogs, los artículos, lo que ahora llaman las redes sociales. El selosdije, el cómopudieronhacernosesto. Maradona se habrá podido bailar a diez ingleses en México 86, pero Messi lo superó con creces: el mejor jugador del mundo le pegó la bailada de su vida a 4 millones de ticos.
Para rematar, unos días después, Messi jugaba con el Barcelona, sin rastro de la lesión. Entonces se habló de que habían estafado a la Fedefutbol, que el contrato decía que Messi venía, pero no que jugaba, que esto que lo otro. Surgieron, ante la ausencia de razones, los prejuicios: esos argentinos arrogantes, mafiosos, que se creen superiores y nos vieron la cara de indios, de tarados Hubieras leído las cosas que los hinchas ticos escribieron en el muro de facebook de la AFA. Daban más pena que el zoológico descuidado. Nos retrataba de cuerpo entero.
Comenzó a correr el rumor que la AFA hizo un trato por debajo con la fedefutbol tica: ellos trajeron a Messi a CR, pero no lo iban a arriesgar jugando en este potrero, con o sin estadio nuevo. A cambio, Costa Rica iría por primera vez en la historia a la Copa América.
No podría yo decir que la mano negra de la AFA logró que hubiera un terremoto en Japón y que Japón por eso haya declinado ir a la Copa. Pero ese fue el campo que nos habían prometido.
Y fuimos. Y nos goleó Colombia. Y detuvieron a lacras ticas por hacer alboroto, cuchillo en mano y guaro entre pecho y espalda, en Jujuy. Y le ganamos a Bolivia.
Y, ahora, ha llegado el momento de cobrarlas. Porque los árabes hay algo en lo que tienen razón (aparte del tema de la venganza): Dios es justo, Meli. Dios es misericordioso. Dios es bueno. Dios tarda pero no olvida . Y hoy, en un par de horas, llega nuestra revancha: jugamos contra Argentina. La misma Argentina que nos hizo el desprecio. Contra el mejor jugador del mundo, que, con toda su magia, no ha logrado superar la envidia que le tienen sus compañeros de equipo y que tienen a Argentina sufriendo en este torneo.
El lunes, será la revancha histórica de Costa Rica, recuperaremos la honra escupida. Y será sorpresa porque ni vos ni nadie en Argentina sabe o se imagina lo que te cuento. Arrasaremos en ese partido. Colocaremos a la pulga en el lugar que merece, por humillarnos como pueblo, en la inauguración de nuestro flamante estadio, por dejarnos plantados, con los crespos hechos. O al menos eso creen 4 millones de ilusos.
A mí es que no me gusta el futbol. Por eso, no opino.
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