Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

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Casos de la vida real: Sole vs la Muni

martes, agosto 14, 2012

Escribí (identificándome con mi nombre y cédula):

Actualmente resido en las cercanías del IAFA y me ha tocado ver casi todas las mañanas uno de estos indigentes dormidos en las aceras recostados contra las puertas y garajes de las casas.

La semana pasada, al abrir el portón de mi casa, que abre hacia afuera y arriba, el mecanismo empujó a un borracho que dormía contra el portón, y que por su marcado estado etílico no se podría mover. Afortunadamente lo vi a tiempo y no lo atropellé. Sí majé tres botellas de alcohol de fricciones que el señor tenía con él y que evidentemente había ingerido.

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Sole en Ojo de Agua: Una experiencia social extrema

domingo, julio 22, 2012

Ya eran 3 semanas de no meterme al agua por culpa de la gripe. De una piscina digo, porque por el baño sí paso, a diario. Y desde que me creo Mark Phelps, porque no me comparo con nadie que no sea campeón olímpico, y veo videos de análisis de técnica y hasta me compro DVDs para aprender toques, tiros y volados; estoy convencida en mi yo interno, que la represa de concreto armado antideportes que he tenido toda la vida, tiene una gotera. Y por ahí se sale agua de piscina.

Entonces ahora me gusta ir a probar diferentes piscinas. Si tengo que viajar, escojo el hotel pensando en ir a nadar. Si voy de vacaciones, prefiero una piscina cuadrada, con carriles; que la forma de riñón. Tengo el mismo consumismo de los que ahora corren: compro gorras, anteojos, anti neblina (para los anteojos), anillito que cuenta las piscinas en automático, tabla, vestidos de baño solamente de una marca, protector especial anti agua, batita de piscina, crocs y demás parafernalia. Solo me falta probar con patas de rana.

Y una espinita pendiente: nadar en piscina de 50 metros de largo. O sea, una Olímpica. La mayoría de los lugares que tienen eso, son de ingreso restringido, es decir, clubes privados. Pero haciendo coco y recurriendo a mi memoria de elefante y los fines de semana de mi infancia, se me prendió el bombillo: Yo, a donde tenía que ir a probar mis dotes de sirena, era a Ojo de Agua.

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