Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

Archivo para la categoría ‘Sin categoría’

Hospital tales

domingo, julio 21, 2024

Salgo y es de noche. Siento una especie de miedo de un asalto. Asumo que me veo tan fuera de lugar. Paro a ver a mi alrededor y veo que la gente se baja de un bus, cruza el parque, habla, se ríe. Ellos no tienen mi mismo miedo.

Hace una vida, yo era esa niña de la mano de una adulta, impresionada con las luces, la calle, los buses, con una sueter, viajando de un barrio popular a otro. Ahora, tengo una especie de miedo.

Para mi mamá, peinarse con sus rulos es ganar una batalla. Tiene otra cara. Come durante la cena. Quiere que le cuente de las noticias, de mis compañeros de colegio. Intriga contra la señora nueva de la cama de enfrente, que es muy metiche y me pregunta cosas sobre mi mamá que no quiero contestarle.

Ha sido y es agotador y a la vez, una enorme enseñanza. Ser amable con los guardas, las enfermeras, los asistentes de enfermería, saludar al llegar y al irme a todas las del salón. Bajarme del pedestal donde no recordaba que estaba.

Mi mamá dice que la comida no sabe a nada. No tiene sal. Yo la veo bien y creo que me la comería sin reclamar. Me conmueve la cantidad de comida que les dan, por la cantidad, lo bien que se ve, la frecuencia, el cuidado. Igual que las personas que trabajan ahí. Su atención es mejor, más personalizada y más humana que en el sector privado.

Hay una señora de 102 años que no termina de morirse. Una de sus hijas se convirtió al Islam. Se pelea todos los días con las enfermeras y reclama por todo, cuando no llora a la orilla de la cama de la viejita. Las demás del salón se la comen viva, por sus vestidos largos, de manga larga y su velo. Hay algo que la viejita no quiere soltar y tal vez por eso no termina de morirse. Tal vez los llantos de sus hijas y nietas se lo impiden. Desde ayer, cuando la veo, la saludo «Salaam aleikum» y se nota cómo le cambia el ánimo y sonríe y agradece y me responde «Aleikum salaam». Mi buena acción del día.

Mi mamá es la pesada del salón. La que tiene más visitas. A la que le llevan de todo. Especialmente disfruta mi contrabando, se emociona y lo esconde y es toda una puesta en escena como se lo come a escondidas. Luego me dice que mejor no porque el doctor le dice que el azúcar no le baja más y ella sabe y él no, que es por todo lo que se come a escondidas.

Hoy pasé por el corredor de las cortinas de tiempo y de los fantasmas. Llegué al inicio del pasillo y lo pensé, un segundo, y decidí que hoy no les haría caso. Pasé sin novedad.

Sudo muchísimo, como si hiciera ejercicio fuerte, cada vez que voy. Le pongo crema a mi mamá en ambas piernas. De cocoa en los pies. Luego los brazos, con cuidado de no tocar la vía. Luego el humectante especial en la cara. El perfume. Quedo empapada.

No pensé que llegara a decir eso, pero ya me estoy acostumbrando

sorpresas

domingo, julio 21, 2024

La vida nos sigue sorprendiendo. No con las cosas que pasan durante la vida. Nos sorprende cuando la vemos surgir, en un parto.

La maternidad nos sigue sorprendiendo. Nada que te puedan contar se compara con la vivencia. Nada.

La muerte también sorprende. Aunque haya sido una vida muy larga. Aunque haya sido una enfermedad muy dura. Aunque sea natural, propia de la vida.

Nacemos, nos reproducimos y morimos desde que el humano es humano y sigue siendo el mismo asombro.

Días agotadores

sábado, julio 20, 2024

Una semana después de cumplir 80, mi mamá está internada con la necesidad urgente de ponerle un marcapasos. Se lo diagnosticaron el día que cumplió años. Al día siguiente fue al cardiólogo privado y no quería que yo me diera cuenta. El lunes se internó.

Yo estoy agotada. Mis hermanos han asumido y ayudado. Mi cansancio era casi incomprensible después de los primeros días. Hasta que hablando me di cuenta que era el mismo cansancio de la quimio, cuando me quería quedar en posición fetal en la cama mucho rato y me concentraba en salir de esto.

Es que he estado rodeada de muerte por todas partes. Cada día que voy al hospital, alguien ya no está, alguien murió, hay un cuerpo envuelto, hay familiares llorando.

Luchar contra el sistema es terrible, que te digan que no, que te manden de arriba a abajo, que no haya forma de hackear el sistema, que haya que hacer fila como todos los demás, en la misma incomodidad, el recordatorio violento de que no sos nadie.

Murió, sin que lo esperáramos, la mamá de mi mejor amiga. La traté de acompañar sabiendo que hay dolores que es imposible compartir. Hacer el esfuerzo de abrir el corazón y no hacer mía esa pérdida también me agota.

Mi amiga ha sido fuerte, ecuánime, generosa. Dentro de su enorme dolor, ha hecho lo que hay que hacer en estos casos y solo se quebró- o eso creo yo- en la Iglesia , después de hablar honestamente de su relación con su mamá y dejarla ir.

A otra amiga le diagnosticaron cáncer de mama invasivo. Mi control es en agosto.

Mi mamá por ratos llora. Dice que está depresiva. Sospecho que ha padecido de depresión toda la vida y siempre se obligó a ocultarlo. Igual que la ansiedad. Yo hubiera querido saber eso cuando se burlaban de mí a los 8 años por necesitar psicólogo.

También manipula. Y dice que hay días que no quiere contestar preguntar y cuando le hacen esas preguntas para saber si está ubicada, si sabe quién es y dónde está, simplemente no le da la gana contestar, solo por joder.

Hay días que habla como una viejita. Quiero pensar que es por chineada y que el marcapasos, cuando finalmente se lo pongan, la devolverá a ser la que era: una mujer con la vivencia de una persona de 40 años.

Todo esto me ha llevado a pensar en cómo viviré su muerte. A no tomarme las cosas personal.

Y hoy, mientras caminaba por el pasillo del Hospital, pensé en preguntarle si mi papá era guapo, pero no la quiero hacer llorar. Me di cuenta que nunca lo he visto guapo, ni siquiera me lo he preguntado porque él y yo nos parecemos mucho y si yo nunca he sido bonita, pues él, dentro de esa lógica torcida, tampoco.

Le ponemos cremas dos veces al día, porque le ayuda a la circulación, pero como le digo a mis hermanos, es además para que sienta el contacto físico que la hace sentir querida.

No quiere comer. Pero sí se come los confites que entro de contrabando al Hospital, aunque no le digo que son sin azúcar.

Tiene de todo en la mesa de noche. Nos hemos encargado de que no le falte nada.

Pero la espera es terrible, sobre todo cuando hay reposo absoluto, un pañal, un cruzado, la incomodidad de que te bañen y te cambien extraños, estar acostada todo el día.

El primer día, la señora de al lado falleció. Cuando ya el cuerpo estaba en una camilla de metal, envuelto en una sábana, las dos vimos que la cama se bajó, sola. Y el colchón soltó aire como cuando alguien se levanta. Mi mamá disimuló diciendo que no vio nada.

Debe ser que la angustia abre esos portales. El primer día que la pude ver, después del infierno de emergencias, mientras caminaba perdida por los pasillos, tuve la misma sensación de los primeros días en Berlín.

Telones de historia, atravesados por sí. Presencias, personas, energías de todos los tiempos, sucediendo a la vez. Algunos me notaban, otros no. A todos ellos yo sí los vi y los sentí.

Al menos no me asustan. Algo bueno debe ser eso.

80

lunes, julio 1, 2024

Hoy mi mamá cumple 80. Creo que nunca se esperó llegar a esa edad. Creo que amaneció llorando, porque se oía afectada cuando Pato la llamó.

Creo que siente a la muerte más cerca y siempre le ha tenido miedo. Creo que llora por la hermana que hace unos meses murió. Creo que llora por la evidencia del paso del tiempo, esa que no se puede ya disimular.

Creo, que cuando uno nota que le falla el cuerpo y que la gente que iba con uno ya no está, poco a poco se siente uno más solo y no tiene tantas ganas de estar vivo.

Creo que se siente sola.

En el nombre del padre

miércoles, junio 26, 2024


El señor del parqueo me dice “Que Dios la acompañe”. Probablemente se lo dice a todo el mundo. Pero me hace sentir bien que me lo diga. Le doy las gracias.

Escucho en un podcast a un arzobispo reciente de San Salvador, parafraseando en un discurso las palabras de Monseñor Romero: “En nombre de Dios, alzo mi voz por este sufrido pueblo salvadoreño y les digo: Alto” . En este caso a la explotación minera. Se prohibió en El Salvador en cualquiera de sus formas. Se me salen las lágrimas.

Dando vueltas en el Registro, porque siempre me pierdo, escucho una de esas canciones suaves y hermosas de misa. Los resabios de lo que dejaron los curas marxistas y los hippies católicos. “Estoy pensando en Dios. Estoy pensando en su amor” Me la sé de memoria aunque nunca me la aprendí. Me gusta. La canto en silencio.

No es fácil dejar perdida una educación religiosa aunque haya sido forzada. Pero es mucho más difícil rescatar las cosas que sí aportó y que me importan.

Luna llena en solisticio

viernes, junio 21, 2024

Me falla la memoria

No me llegan las palabras

Me tiembla el cuerpo

No sé si voy o si vengo

Duermo con dolor de cabeza

Pesadillas

lunes, junio 17, 2024

Viaje largo por Europa, en tren

Un jarabe que permitía tramitar la ansiedad y solo se vendía en USA

Un regreso

Otro viaje a Miami, sin saber qué tan largo sería

Una mujer que me exigía que le explicara la demanda que tenía contra ella.

Una ansiedad horrible de empacar en minutos y no encontrar nada.

Levantarme de golpe, como en las películas, boqueando por aire.

Frases sueltas

lunes, junio 17, 2024

Esa mula es mi macho

Cuando no está en la mesa, está en el menú

Para el drama, se necesita que alguien haga el papel de víctima. Y la asertividad elimina el drama

Comienza Cristo a padecer y la madre a pasar trabajos

Imágenes

viernes, junio 14, 2024

Antes de la Revolución, las mujeres cubanas que eran víctimas de violencia doméstica o descubrían que su esposo era infiel o abusaba de sus hijos, se prendían fuego delante de él, hasta caer muertas.

El nombre de Dios, cuando se lo dijo a los hombres, es el sonido que hace la respiración cuando se exhala por la nariz. El soplo de vida, pues.

Mi mamá, llorando al ver una foto de mi papá. La última vez que lo vio vivo fue hace casi 50 años.

Me impresionan esas imágenes.

Cincuenta y dos

viernes, junio 14, 2024

Pensé que llegaría siendo una vieja. Y es cierto, tengo canas. Recientemente me han empezado a doler un poco rodillas. Pero me siento como la adolescente de antes, con una enorme diferencia: ya no tengo esa inquietud, esa angustia, esas ganas de morirme a cada momento. Esa claridad que si el resto de mi vida iba a ser así, no quería vivirla.

Es de los pocos cumpleaños a los que llego sin ese azore constante, sin tristeza. Me siento bien donde estoy, como estoy.

Jamás imaginé que yo sería tan feliz con la maternidad. Lo mucho que me llena Pato, jugar con él, estar con él, las cosas que soy capaz de hacer por él. Hace unos días acepté que con él no sirve el tough love con el que me educó mi abuela. Tampoco las amenazas y los castigos. Descubrí que sí soy capaz de esa paciencia que me parecía imposible y que, a diferencia de lo que siempre me dijeron, sí tengo capacidad de querer y de ser querida.

Tengo conciencia de esa infancia de mi hijo que va volando y quiero aprovecharla todo lo que pueda, sobre todo porque otros intereses siguen vigentes pero prefiero dedicar el tiempo a Pato. Amo leer, pero me gusta más abrazarlo. Sigo escribiendo y admiro a quienes publican, pero ya no siento que me pierdo de algo. Me encanta viajar, pero es mejor cuando le enseño el mundo y le cuento historias.  Disfruto nadar, pero son las competencias de él las que me importan. Me importa mi cuerpo, pero por salud, por más tiempo con Pato. Acepto feliz que las mujeres de más de 50 seamos invisibles. Me permite ser más yo, más libre.

Tal vez el coqueteo con la muerte. Tal vez los años que han pasado. Tal vez la terapia. Tal vez los cambios hormonales. Tal vez todo junto.

Quiero vivir.