El otro día mi amigo el Dr. Muppet, andaba cargado para arriba y para abajo un libro gordísimo con el sugerente título de “Te Daré la Tierra”. Además de extrañarme que mi amigo ahora se dedique a la lectura de libros, sin mencionar libros así de gordos, quise saber de qué se trataba “No llevo mucho, pero es de Barcelona y de judíos. Mi papá ya lo leyó y le gustó mucho” y me lo recomendó”
Inmediatamente empecé a convencerlo que me lo prestara de un día para otro, vanagloriándome de mi capacidad de lectora voraz, capaz de pasar la noche en blanco, cuando algún tema me interesa. Lo convencí y me dio el libro, que me reclamó todos los días por mensaje de texto hasta que se lo devolví, sin terminarlo.
Yo estaba preparada para dejar de lado toda actividad laboral, personal o de cualquier otro tipo y como en los mejores tiempos, buscar un rincón cómodo para la lectura, rodeada de mis golosinas favoritas y perderme entre la fantasía que me podía abrir las páginas de un libro. Ya me veía cargando el libro de arriba a abajo, cómo él, leyendo en esos momentos cortitos que me sobran a lo largo del día, en un estado de absoluta posesión por la emoción literaria.
Yo ya venía viendo cómo ese género de la novela histórica venía remontando, a juzgar por la cantidad de libros sobre el tema que se encontraba uno en la Liberería Internacional, que no sé porqué se ha convertido en la vitrina main stream de las novedades de lectura. Los títulos que la Internacional promociona como best sellers normalmente no los encuentra uno en Nueva Década, mi librería favorita y me atrevería a agregar que por dicha. Yo prefiero lo que encuentro en Nueva Década, ya sea por mi propia curiosidad o porque me lo recomiendan.
Apenas empecé a leer, me llevé una decepción como pocas veces me reserva un libro. Yo este argumento ya lo había leído. Costó darme cuenta, porque a pesar que el escritor- Chufo Lloréns- es español, usa palabrejas que te impide entender todo lo que estás leyendo sin ayuda de un diccionario de español medieval, como saya, asaetear, rebenque, mesnadas, gorrino, dispendias, redona, lobulado, acarea, que uno reconoce como castizas pero que no tiene idea de a qué se refieren. O sea que me dejan esas imágenes mentales que debe evocar la lectura en blanco, como una pieza perdida de un rompecabezas.
Está, además, el tamaño. Son casi 1000 páginas. En estos días que lo anduve chineando, mucha gente me decía que lo habían visto en la librería, pero que no lo compraban por largo.
Pero hay otras cosas que lo delatan: el relato barato, la historia de amor, desamor y separación. Frases como “El Conde temblaba ansiando el momento de amarse como somo tiembla de amor aquel que será amado después de muchos años de no conocer la tibieza de una mujer” , “El estandarte orgulloso y firme de su miembro trémulo” y otras fórmulas igual de originales para describir el deseo.
Repito: esto yo ya lo había leído. Hace muchísimos años, en las revistas Vanidades que leía Ella, tirada en la cama, en las tardes de los sábados. Eran tragedias y dramas de 15 páginas, todos los meses la misma, con diferentes personajes que a ella le arrancaban suspiros y sonrojos. Solo que en ese tiempo las firmaba Corín Tellado y yo las leía a escondidas precisamente porque me prohibían leerlas.
Pero el estilo es solo una de las respuestas del misterio. Y le pregunté a mi amigo, cuando él quiso saber si me había gustado “Lo que yo no entiendo es porqué alguien querría leer algo como ésto. Vos entendés todas la palabras del libro? porque yo, como la mitad, sin diccionario no las entiendo. Y me consta que vos no te distinguís exactamente por ser un lector vicioso o un enamorado del lenguaje. Y me desespera ese tonito de novela rosa. Y la falta de rigurosidad histórica. Y no pasa nada que no sea la lujuria de los unos contra los otros y ni siquiera con ganas, sino que todo es con eufemismos romanticones. Yo entiendo que tu tata, que es un hombre muy ocupado y vive una vida muy tensa le guste leer esta vara para entretenerse y relajarse, pero vos? Decime: qué es lo que está pasando en tu vida que de repente necesitás hundirte en esto? Explicame, en serio, qué es lo que te gusta de esto?” O sea que los gustos literarios del Dr. Muppet, en lugar de darnos tema de conversación, me generan preocupación y nos dan tema de terapia.
De respuesta, me empujó dos libros más que él está seguro que me impactarán en un lugar distinto. Las travesuras de la niña mala, de Vargas Llosa (que me terminé hoy) y otro, La Sombra del Viento, que tiene también por escenario Barcelona.
Yo, aprovechando ese repentino gusto suyo por la lectura, le regalé para la Navidad que él no celebra por motivos religiosos, El Nombre de la Rosa “Tomá– le dije- eso sí es un libro. Además hablan mal de los curas. Otro de mis temas favorito”
Nota de Sole: Sí, ya sé que en materia de gustos no hay nada escrito y que uno tiene que ser respetuosa de los gustos ajenos. Pero en este caso, el fenómeno me llama la atención, no tanto por mi amigo sino porque estoy convencida que es una situación generalizada. Estas mal llamadas novelas históricas son el nuevo regalo comodín, como antes regalar un pañuelo o un par de medias. Lectura desechable.
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