El del pasado. Me doy cuenta que tengo un aterro de camisas color mostaza. Y que me encanta ponérmelas con algo azul. El otro día me pongo una enagua azul, una sueter mostaza y me lamento, porque de haber hecho un pelo más de frío, me encaramo un cuello de tortuga blanco. Curioso- me digo- como a una por épocas le da por los colores. Para inmediatamente después acordarme que el uniforme de mi escuela era azul, con una faja mostaza y camisa blanca. De gala, con un saquito mostaza. No amarillo, mostaza. Y los zapatitos de amarrar azul oscuro, que solo los hacían en una zapatería en Las Arcadas. Con ribetes que hacían colochos. Rivetes mostaza, mis zapatitos de primer grado.
El Navideño. El otro día en la Universal, por comprar un rollo de papel de regalo, me engavetaron unas 5 cartas al niño, con todo y colacho. Decidí darme gusto. La tengo con un imán guindando en la refri y cada vez que me antojo de algo, lo apunto. tengo galletas, tortas chilenas, helados y un disco de Juan Gabriel pero cantado por Rocío Jurado. En un mes exacto me enteraré si sirvió de algo. Tenemos una promesa de que esta Navidad, nos regalamos cosas pequeñitas, baratas, sin exageraciones.
El clandestino. Yo escuchaba “Concierto para enamorados” en la desaparecida Radio Uno, con la esperanza de algún día escuchar algún saludo tímido para mí, acompañado de alguna pieza de esas que lo decían todo. Y nada. Nunca. Ahora Radio Reloj tiene lo mismo, pero en la mañana. Llamó un señor todo misterioso, ya maduro, a dedicar una canción y mandar un saludo a alguien que de fijo, es algo ilícito, ilegal y clandestino. Le dedicó “Piel de Angel” de Camilo Sesto, mejor conocida por su frase máxima del amor prohibido: “Ascondiiiidaaaaas, tengoq’marteeeeeee”.
El recado cholulo. Sandro se recupera de un transplante doble en el Hospital Italiano de Mendoza. Tengo la enorme suerte que mi amiga Meli vive en la ciudad. “Haceme la caridá y le llevás una rosa roja. Se la dejás con la montaña de flores que debe tener a la entrada del Hospital. Le das un beso a la rosa y le decís que es de parte mía. Contale que por una canción de él, yo vine al mundo. Que ojalá se mejore. Pero decile. Prometé que le decís”.
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