Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

Un día en la vida-11 de setiembre

desde la isla de

La abuela Berta se levanta temprano y se toma su té con una ayuyita sin sal y sin grasa. Solita. Piensa tal vez en Marcelito, su nieto y en esta niña, que nunca recuerdo cómo se llama y que cuándo regresan a verla para tomar desayuno juntos los tres. Piensa además en su única hija, la Chavelita y su esposo, Florencio, allá en Costa Rica. En que además pasó agosto, tan frío y tan peligroso para los viejitos de 89 años como ella. Cargadita de paquetes baja los cuatro pisos del apartamento donde vive hace cuarenta años y pasa por La Moneda, para ir a su puesto en el persa del paradero treinta y cinco de la Gran Avenida. Frente a La Moneda, miles de personas dejan ofrendas florales frente a la estatua del Chicho. Ellos no vienen aquí a recordar. Vienen a evitar que los demás olviden.

Florencio se levanta cuando sale el sol (Ese día me levanté también temprano). Fuser, mi perro, lo acompaña a todas partes, como si supiera que hoy necesita tenerlo cerca. Hace lo de todos los días, apagar luces, preparar desayuno, ver las noticias de la televisión nacional chilena (Me fui a la oficina, había problemas con la locomoción. Supe, por radio, por la gente, por las llamadas, que había un golpe y me devolví como pude al apartamento a llevarme a Isabel y a la Berta. Cruzamos la Alameda entre tanques y disparos y llegamos a la Calle Cóndor, a la casa de mi madre. Escuchamos el último discurso de Allende, le prometí que sí, que yo tendría fe en sus palabras. Bombardearon veintisiete veces el sueño de un pueblo. Lucho, mi hermano, quemaba libros, revistas y discos en el baño). En el cuerpo embarazado de Isabel, Marcelo se quedaba quieto como una esperanza. Ocho días después, a Florencio se lo llevaron al Estadio.

En la televisión, tratan de bajarle el perfil a la fecha. Importa que la selección chilena le ganó a la colombiana e invitan a la gente a salir a celebrar, en un día como hoy, en que casi todo el país está llorando. Algún fascista le dice hoy, justo hoy, a la Tencha Bussi la viuda del compañero presidente, que definitivamente no todos los chilenos tienen la misma percepción simpática y positiva que ella guarda de su marido. Con sus ochenta y tantos años, se nota que se ella se controla para no mandarlo a la mierda.

Hoy, justo hoy, Santiago, yo espero que me digan una cosa. Yo doy mi propia lucha, sabés? El miedo es mi dictadura. Y pienso en el Chicho y en Miguel Enríquez y sobre todo en la gente anónima que murió y sufrió por un ideal, por un ejemplo y entonces me digo que venga lo que venga, en honor a ellos, por respeto a ellos, seremos valientes y podremos. Vas a ver que podremos.


Gotitas de lluvia

3 respuestas a “Un día en la vida-11 de setiembre”

  1. Avatar de Dean CóRnito
    Dean CóRnito

    No tengo palabras, pero aquí estoy para decirte: PRESENTE!

  2. Avatar de Humo en tus ojos
    Humo en tus ojos

    Con esos abuelos valientes, claro que van a poder!!!

  3. Me descorchó el espíritu la frase: “Ellos no vienen aquí a recordar. Vienen a evitar que los demás olviden”. Tu post en sí, es otro monumento a esa memoria que fallidamente buscan secuestrarnos los diarios y noticieros latinoamericanos, tan cachondos por enfatizar en otro 9/11.
    Abrazos indelebles.

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