Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

A peak in to the near future

desde la isla de

Al paseo fue I, la sobrina de nuestros amigos, una niña adorable de 12 años, bien portada, cariñosa, respetuosa, que por primera vez iba a los Estados Unidos y que vivía con maravilla cada experiencia, a pesar del calor, los mosquitos, el sudor.

Desde el avión, el paisaje, el idioma, las puertas que se abren solas, hasta los delfines haciendo trucos en el aire y los flamingos y las focas.

Una niña que, a diferencia de Pato, no está acostumbrada a la abundancia y que agradeció cada minuto de la experiencia.

Pato quedó enganchado desde el primer momento. No pararon de hablar durante una semana. Se sentaban juntos en la buseta, en el gallinero- casi al fondo.

Pato me pedía permiso para ir con el grupo de I a donde quiera que fueran, desde el super hasta la quinceava vuelta a Target. En la noche, quedaban de juntarse en la habitación de ella para armar legos y seguir conversando.

No pelearon ni un solo día. A Pato le tuve que hablar porque lo medio escuché hablándole a ella de sus otros viajes y le advertí que a nadie le gustaba la gente rajona, que él era muy afortunado de tener esas oportunidades pero que no era necesario estarlas exponiendo. Se enojó y me dijo que lo hice sentir mal. Pero creo que la lección la aprendió de una sola vez.

Mientras yo trabajaba o apaciguaba el estómago en la habitación, ellos dos resolvieron el mundo, se contaron secretos, se compraron peluches en descuento, compartieron helados, fotos, atardeceres en la azotea del hotel y sueños.

Estoy segura que Pato no sabe que experimentó la limeranza por primera vez. Yo pude ver cómo sería de adolescente, porque pasé de inmediato a un segundo plano, aunque pedía permiso, ni siquiera se despedía, hablaba en otro tono y el niño pequeño y pega que yo conozco se desdoblaba en el hombre que será a futuro. Caballeroso, cariñoso, paciente, fuerte, protector. O al menos eso espero.

La noche del día que volvimos lloró y lloró mucho. Me hace falta I, mami- Y no solo eso, le dolía pensar que no la vería en quién sabe cuánto tiempo. Me siento solo, aunque sé que todos están cerca y que los puedo ver en cualquier momento.

Mi chiquito no solo se limeró. Además experimentó la vida en tribu, en grupo, en gente sonriente, conversando, comiendo, vacilando, ir a tocar una puerta, salir a jugar, explorar el mundo de la mano de una amiga.

Le dije que a veces servía pensar en lo bien que lo pasamos en lugar de pensar en que se había acabado y que era mejor haberlo vivido que nunca haberlo tenido. Pero quién soy yo para pretender que él incorpore esa sabiduría que yo entendí muy tarde en la vida?

Así que le dije que llorara tranquilo. Que somos personas de muchas emociones juntas y que a veces parecen contradictorias entre sí. Que llorar es como un aguacero fuerte, que lava todo y deja todo listo para cuando vuelva a salir el sol.

Fediverse Reactions

Gotitas de lluvia

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