Me siento muy cómoda en la escuela de Pato, a mí, que me cuesta sentirme cómoda en alguna parte.
Siento que puedo ser yo. Tal vez porque me recuerda lo feliz que fui en Alemania.
Hasta que alguien me dice que me conoce de la tele, que soy abogada de la empresa donde trabajan, que han leído lo que escribo en alguna de todas las partes.
También me doy cuenta, a la vez, que cuando veo una mamá de apellido rimbombante, de plata, ex alumna o muy bonita, atlética y delgada, de inmediato me siento como si estuviera en el cole; con esa certeza de que tengo que mantenerme alejada, que no es alguien que quiera hablar conmigo ni yo con ella.
No es que busque o me interesa hacer amigas. Lo que me doy cuenta es que ya no soy esa. No necesito esconderme en mi propio nicho.
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