Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

Low energy

desde la isla de

Ayer conocí una nueva sucursal del infierno: uno persigue a un niño aceleradísimo por las máquinas y las luces por tres horas, de juego en juego, con una tacita llena de monedas y en la otra recogiendo tiquetes, para que cuando se acaben, cambiarlos por una mariposita china de plástico.

Terminé agotada. Es que caminé cuatro horas. Me dolía todo el cuerpo, cada articulación. Cuando traté de estirar, Siggy me mordió un pecho, jugando.

Pero eso fue suficiente y se me rompió otra vez la represa en el corazón y empecé a llorar y a llorar y a llorar. Necesito tanto llorar. He aguantado tanta lágrima en este proceso que ya se me desborda.

En la mañana abracé a una amiga que perdió a su hermano hace 3 semanas y las dos llorábamos. Su hermano murió de un cáncer gástrico descubierto muy tarde. Me decía “Yo no sabía de lo tuyo”. Yo traté de ser fuerte, de recordarle que estoy sana, que lo mío es preventivo, que no es nada. “Cómo estás emocionalmente?” y yo ahogada diciéndole que hay días malos y días buenos sin decirle que estaba atravesando los peores.

Luego me fui al baño a lavarme la cara. Cuando me vi al espejo sentí lo mismo que hace tantos años: esa energía desde las vísceras: Estoy viva.

Yo sé que tú no entiendes. Que no sabes cómo ayudarme. Yo misma no entiendo qué me está pasando. Estoy viviendo una pesadilla. No es cierto que puedo hacer vida normal. Los efectos del tratamiento se extienden y me molestan.

No quieres que Pato me vea llorando. Yo tampoco. Pero tampoco quiero que crezca pensando que mamá nunca llora. Ni que cuando una mujer llora, es mejor que no la vea. Quiero que aprenda a consolar, a contener, a entender que no todo se resuelve racionalmente.

Tomé suficientes gotas para dormir doce horas. Pude dormir 6 antes de que Pato me cayera encima y Siggy también.

Soñé cosas lindas, que me hacen pensar que en algún lugar muy adentro de mí aun está todo lo que soy y que lo puedo volver a sentir y a vivir cuando esto pase.

Ya no me duele tanto el cuerpo.

Pero simplemente no tengo energía. No quiero pensar en nada. No quiero tomar decisiones. No quiero escoger. No puedo

Faltan 2 semanas para que termine esto.

Hoy hace 7 años me operaron de cáncer de mama. Entonces mi peor temor era el dolor y el sufrimiento de una quimio. La ironía.


Gotitas de lluvia

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