But I didn’t shoot the deputEeEeEE… Y tampoco tuve oportunidad, porque policías, ni uno.
Pos sí. Fin de semana (si RHAC o no RHAC es asunto mío. La privacidá ajena se res-pe-ta, carajo!) en la Limona of all places. Adjunto mis breves impresiones caribeñas de los momentos breves también en que dejé el breve espacio con restos de humedad en que no estuve en esos momentos breves – como ya dije- que anduve jeteando con mi silueta dibujada por las calles del pueblo en cuestión.
El clima: Los que sabían de meteorología y que fueron debidamente consultados, dijeron que el tiempo iba a estar divino, que de fijo se despejaba y habrían fin de semana de espectacular verano. No paró de llover después del Braulio Carrillo. Siguió lloviendo a cántaros tres días seguidos con breves intervalos de no más de diez minutos apenas para secarse la ropa y volverse a empapar. El mar estaba picado, revuelto y café oscuro. No se veía el cielo azul intenso del caribe. Se veía una pared de nubes enojadas y grises.
Ni cantaban los pajaritos. Hacía hasta frío. Casi no pude asomar la nariz fuera de la puerta (Tampoco es que me urgiera). O sea bronceado color tostao morgue.
Y esos cabrones dijeron que sol esplendoroso y caribeño. Aunque pensándolo bien, al final de las cansadas, se los agradezco, cachai? Que siga lloviendo todos los fines de semana que se va una a la playa! Toi pensando si mandarles una canastita de frutas, una botella de guaro, o algo: un recuerdito de agradecimiento o favor concedido por interceder ante San Isidro labrador e impedirle que detuviera el chaparrón.
El pueblo: Me llama la atención que la gente común y corriente que conozco personal o cibernéticamente, hayan mostrado últimamente una marcada preferencia por el caribe en lugar de los tradicionales destinos del pacífico de antaño. Creo que es porque lugares como Cahuita de alguna forma han evitado convertirse en una calle de tres cuadras con sepetecientos mil negocitos de chucherías y de comida y a pesar de los extranjeros o los hostales, aun se mantienen simples. La gente saluda. Las direcciones son fáciles. Rara vez amanecen muertos (pregunten en Jacó para que vean la diferencia) Son poquitas gentes. Yo sí sé que prefiero eso a los megadesarrollos turísticos de aires acondicionados, calles perfectas y tiendas de cadena, donde los nacionales comunes y corrientes nos sentimos tan poco bienvenidos y tan distantes del turismo aventura que se promociona allende de las fronteras.
El ambiente: Aparte de lluvioso, no vi tanto rasta como la última vez que había estado por esos rumbos. Tampoco vi tanta macha, usualmente europea, pudiente y madurona buscando ubicarse al lado de ese rasta ausente y del mito de la abundancia de su aparato. Lo que sí noté con alarma fue, que al igual que en una ciudad al oeste de la Yunai, va caminando uno y re depente lo ataca el tufo de sustancias ilegales en quema. A grandes voces di la alerta del consumo delictivo pero nadie me dio pelota, y cuando vi a alguien reírse, ya me dio vergüenza y acepté que de ese lado del país, que es en realidad otro mundo, lo bueno, lo malo; lo legal, lo chueco; la gracia y el pecado, se miden con límites en diferentes extremos.
Música: Todo el camino bombardié yo con toda mi colección de grandes éxitos de música protesta sudamericana y cubana seleccionada y pirateada por DJ Sole y discursos de mis líderes idos. Quien me oye piensa que si gana Oscar Arias me enmontaño y me convierto en la Comandante Sole, rebelde contra el status quo. Pero no. Lo mío no es la refriega. A mí lo que me cuadra es el sentimiento,
Ya en el sitio, vimos a Walter Ferguson sentadito en el sillón de su casa a puertas abiertas. Entrar al parque nacional y ver a don Walter son de los high points del paseo, y escucharlo en vivo, a must-have del tour caribeño. Pero me pudo más la timidez que arrastro desde épocas adolescentes. Y no me animé a insistir en ir a hablarle mucho menos a pedirle que cantara un calypso aunque me moría de las ganas. Apenas una sonrisilla apenada que según yo decía “meguztamuchozumúzica”.
Mi única queja: El reguetón… al que inventó esa mierda hay que acusarlo por crímenes contra la humanidad y conseguirse un comando suicida que le pegue un buen susto para que los dejé afónicos. La OMS tiene que decomisar toda esa porquería como si fuera virus de viruela. Greenpeace denunciarlo como cualquier otra contaminación asquerosa. Cómo es que esa cosa sustituyó a Peter Tosh y a Bob Marley? Al reggae clásico del Jamaican Sun Splash? En qué momento?
La Jama: Tengo varias recomendaciones. Donde Edith, en Cahuita, que hay que esperarse uno como 400 horas para que le sirvan, pero es a la orillita de la playa y bien vale la espera para un pescado entero a la caribeña que sabe a gloria y evita uno el pecado con Maalox directo a la panza (recuerden siempre llevar mini botiquín cuando van a la playa. Sobre todo si ya no tienen 15 años y les falla la panza o tienen riesgos de jaquecas). Hay otras opciones para atrevidos gastronómicos. Hay para vegetarianos (pero ese día yo andaba en plan de actos corruptos a todo nivel, así que apliqué aquel viejo principio de “Los pescaditos no cuentan como animalitos”).
Café Viejo, en Puerto Viejo, pero advertidos quedan que aunque la comida es super deliciosa, hay que llevar ya el riñón de uno extraído y en hielerita de mano para pagar la cuenta. Old Harbour (hoy Puerto Viejo) solía ser puerto de entrada de piratas ingleses. Lo que les cambió fue el sitio de nacimiento, pero a juzgar por los precios, el resto sigue exacto: business as usual…
Lo más cómodo, sospecho, es alojarse en lugar con cocineta, atacar el super para comprar bastimento, condones y abarrotes y encargarse uno de prepararse su propia chuchumba. Come uno lo que quiere, no se queja de si tenía o no tenía suficiente sal y pimienta o de la porción muy grande o muy pequeña, y si uno es de los que no le da hambre en la paya, con un tallito de apio y medio traguito de agua del tubo se conforma.
En todos los batidos de fresa en agua son de rechupete y los cobran como si fuera whisky de esos de trago caro en longue de hotel cinco estrellas. Pero los valen.
Cultura: No comí el plantitá que tanto recomendó Humo en tus ojos y al que le llevaba ganas enormes. Por la llovedera, el plantintá y el patí de los que tenía hasta direcciones exactas (señora a la entrada del parque) deben haber quedado hechos una sopa. Será para la próxima.
De regreso sí me detuve en la parada de buses a comprar pan bon para amigos y familiares, que desde siempre me ha encantado. Y en el Black Star Line, donde estuvo una vez Marcus Garvey, no pude completar la imagen histórica de la reunión y los ofrecimientos de una vida nueva y libre en África por estar comiendo rice and beans con patacones, y me pudo más el síndrome de abstinencia y en lugar de una hiel, para completar la experiencia limonense, con las manos hice las señas para que acabaran con mi miseria y delirio y me trajeran una coca dieta.
No deja de fascinarme la belleza y el ritmo del jamaican english o meikatellyou. Tiene su propia cadencia. Un secreto que a nosotros nos está vedado. Me gustaría sentarme por horas a escucharlos, hasta que se me impregne ese sabor tan propio que tienen sus palabras. Ojalá que fuera un curso de inmersión profunda con un cuenta cuentos que se sepa todos los
de Br’er Anancy, la araña; o de canto gospel.
Precios: O soy muy agarrada o yo soy comemierda de los high-maintenance y pagué precios caros! Green season no es porque llueva. Es porque se paga con billetitos de ese colorcillo uno sobre el otro y sin asco! O porque eso es lo que vale y no porque sea Limón puede pretender uno que sea más barato.
RHAC: Bueno, pues aquí se los quedo debiendo, porque la teoría RHAC indica que para ser una dadivosa de lo suyo y recibir de la generosidá ajena, cualquier lugar es bueno. Es de las pocas veces que no le da a uno la alegadera del precio del hotel argumentando que “No sé pa’qué pago tan caro si casi ni a dormir llego”. A cada centavo se le sacó su provecho. Pero hay que reconocer. Ya lo había dicho Ana en su bosque. Cahuita tiene su toque. Lo recomiendo!
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