Le mando un correo pidiéndole recomendación de regalo para el Negro y para el otro mae, viejos amigos de él de toda la vida, exponiendo claramente que quisiera dar un regalito personalizado. No algo genérico. Me responde casi de inmediato:
– A todos nos gusta el guaro.
Muy ofendida, le explico que NO regalo guaro por un tema de principios y menos a él y que me pela que a todos les guste el guaro, pero que si no había leído bien mi correo porque fui clara en decir que no quería regalos tan genéricos como el guaro. Vuelve e insiste:
– A todos nos gusta el guaro. Mucho.
Lo pienso y me doy por vencida. Que yo no les regale guaro no impedirá que sigan tomando ni ellos ni él, que es lo que al final me importa. Es más, probablemente mis regalos pensados y genéricos van a dar a algún basurero o son reciclados. Así que mejor les doy lo que ya sé que le gusta. Pregunto qué prefieren:
– Todos somos carburador universal. A mí, vodka– y me da varias opciones, con precio en el duty free del aeropuerto y en el automercado. La diferencia dependiendo de dónde lo compre son 17 dólares.
El sábado termino guasapiando en la mañana desde el Automercado de Guachi, explicando qué hay disponible y dando vueltas por los pasillos hasta que me confirma qué es lo que quiere. Es una de las muchas derrotas navideñas de este año.
El día de los correos, me llamó, además:
– Mirá, ¿vos qué pefume tomás?
– Ninguno. Eso de tomar perfume lo hacés vos cuando estás muy jumo o desesperado.
– Me lleva la reputa con esa insolencia tuya. ¿Qué qué perfume te echás?
– One de CK
– Eso no existe.
– Existe porque es a lo que to huelo.
– Nunca lo he visto. Entonces ¿vos te ponés de esas mierdas? Yo pensaba que ese era tu olor, así, a vos.
– Porque nunca te juntas con mujeres elegantes. Que no lo hayás visto no significa que no existe
– Ya te cagaste en todo. Ahora por culpa tuya nos vas a atrasar la entrega de regalitos. Mandame por correo cómo se llama el perfumillo ese
– ¿Qué QUE? ¿Era para mi regalo? ¿Así tan sin graci..?
– Click.
Desde el 15 de noviembre todos los días se queja con amargura de la Navidad. No permitió una sola decoración en la oficina. El socio lo jode diciéndole que fue a Aliss y se volvió loco comprando: el Negro es el espíritu navideño de las tiendas de departamentos que importan cosas chinas. No ha permitido fijar una sola reunión y no quiere que lo inviten a nada. “A mí que no me vengan con esas playaditas” dice. Y aunque me sospecho que se monta en la carreta como solo se puede en diciembre, se comporta como si fuera marzo y los demás somos los tarados que disimulamos tener espíritu navideño.
Sí. Le di la puta botella de guaro. Pero también esta camiseta. Hoy se la puso para que yo lo viera, después de quejarse que él ya no es XL porque desde que bajó un montón de peso es un papazote rico- otra vez- dice. Según él, que es más alto que yo, la talla correcta es S. Le encantó. Además de que le va perfecto.
“Mis nietos se van a morir de risa con esto. Me encanta” – me dice
Y le brillan los ojos achinados. Se ríe, como siempre, de medio lado. Pero ya no me causa problemas, como antaño.
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