Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

El proceso de tortura

desde la isla de

El proceso de tortura

Waweli se sentó en la mesita de la sala y me dijo:

Lo que le pasa a ella es lo que nos pasa a los que hemos pasado por procesos de tortura.

Cuando yo salí del Estadio, Isabel me preguntaba cómo estaba, cómo me había ido y yo le decía que bien.

Estaba sucio, mucho más delgado, pero le insistía en que eso era temporal. Cada vez que me preguntaba algo que en el fondo era qué me había pasado en el estadio, le decía que estaba bien.

Y nunca, a la fecha, le dije qué me pasó.

Antes de salir de Chile, solo le conté a un compañero de trabajo, que estaba muy comprometido. Era del MIR y del MIR de Puente Alto. El me preguntó cómo me había ido

Le volví a decir que bien. Y le dije que lo único que le podía decir es que no me había quebrado, que no dije absolutamente nada.

O te vas del país o te preparas para lo que te pueda pasar- y le conté con detalle lo que me había pasado.

En la tortura uno no sabe si va a aguantar. Yo vi compañeros que regresaron destrozados, no tanto por la tortura sino porque hablaron y sabían que con esa información estaban entregando más gente a la tortura, a la desaparición, a que los mataran. Ellos no tenían consuelo. Eran hombres destruidos en su humanidad.  Y nadie los podría juzgar por eso.

Con todo y todo, por la forma en que nos organizamos apenas llegamos al estadio, a mí me tocó una posición privilegiada dentro de lo que cabe. A mí no me fue tan mal comparativamente.

A partir de ahí nunca dije nada de lo que me pasó, por más de 30 años. Cuando el gobierno chileno empezó con el proceso del informe Valech, ahí dije ahora sí voy a hablar y hablé. Y nunca más volví a hablar del tema.

Y aunque había pasado tanto tiempo, al decirlo sentía el dolor, la humillación, la rabia, la psicopatía y la impunidad del torturador.

Es que toma tiempo, mucho tiempo, entender qué pasó porque primero hay que estar listo para recordarlo. Luego verbalizarlo internamente y después verbalizarlo.

Nosotros éramos adultos, teníamos ideología, había una situación política. No éramos niños en manos de un adulto en que confiábamos.

A ellos los adultos les fallaron. A nosotros nos falló un país, una comunidad internacional. En ambos casos todos se dieron cuenta. En ambos casos nadie hizo nada.

Esos, que fueron cómplices, les sirve cuestionar y preguntar huevonadas que porqué hasta ahora, que para qué, porque si ellos reconocen que sabían y lo permitieron, pierden el negocio, la teta, el trabajo, la posición que tiene.

Esas cosas no deberían prescribir nunca. Son delitos de lesa humanidad.

Yo siento en el corazón lo que ella vivió. Y de corazón, toda mi solidaridad está con ella, porque sé y entiendo lo que vivió y lo que le tomó hablar.

Waweli, que no recuerda que una vez le contó todo a Papá cuando tenía 11 años. Pero tal vez no, porque papá no se acuerda qué le dijo. A mí, antes de esto, solo una vez me dijo “Los milicos me hicieron de todo. DE TODO”

Waweli, que cuando pasó por la quimio me dijo que eso era peor que lo que vivió en el estadio.

Waweli es un super héroe de los de verdad, Pato.

Waweli lloró conmigo. Y yo lloré con él.

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Gotitas de lluvia

2 respuestas a “El proceso de tortura”

  1. @solentiname Mi abuelo me contó a mí lo que le pasó a Jaume. Y me va a tocar contárselo a mi sobrino. Un abrazo para Waweli, para vos y para Pato. La memoria histórica es una labor familiar.

  2. @solentiname 🫂🫂🫂🫂🫂

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