Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

La de siempre

desde la isla de

tengo que hacer algo que sé que paga muy bien, pero procastino.

Me angustia pensar que no tengo tiempo y la voy dejando en el correo, segura que me tomará horas de horas hacerla y hacerla bien y a qué horas voy a hacer eso si me tienen secuestrada a punta de reuniones, fusilada con mensajes de guasap, inundada de correos.

Le pregunto al solicitante si todavía le interesa, con la ilusión sadomasoquista de que me diga que ya no, para echarme la culpa por hacer lo de siempre. Procastino y no sé porqué.

De tanta basura que leo en internet he pasado por muchas causas raíz: el PTSD de la quimio de la infancia. Autosaboteo maligno que me impide ser exitosa o hacer plata. Problemas de memoria propios de la menopausia y mi imposibilidad orgánica cancerígena de tomar estrógenos. Cansancio, por insistir de necia en un deporte en que soy pésima, pero terca y disciplinada. Burnout. ADHD. O tal vez estoy en el espectro. Muy ocupada. MUY. Y aun por agarrada no contrato asistente.

A veces me animo a preguntar a expertos y lo peor es que me dicen que no es nada de eso. Lo que deja solo la huevonada como razón o el subconciente diciendo que vamos a ver hasta dónde aguanta el ternero que le jalen la cola o el gato que le busquen más patas que cuatro.

Y, de repente, empiezo a escribir y en menos de una hora sale algo tan bien hecho, que tengo la tentación de enviárselo a mi jefe para presumir mis capacidades.

Qué mierda conmigo…

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Gotitas de lluvia

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