Llevé a mi mamá al super, a sus compras exageradas que yo no le cuestiono. No sé si será la edad o el medicamento, pero ya ni siquiera me enojo. Recuerdo las palabras de mi amigo M después de un mes en el San Juan y el episodio del marcapasos: so yo fuera usted, chinearía mucho a su mamá.
En el 2025 cumplirá 81. Ya pasó el promedio de esperanza de vida. Le cuesta caminar cuando se levanta. No se le nota porque no tiene el pelo blanco, pero cada vez habla más como la mamá de ella en la vejez. Tiene propensión a vivir mucho tiempo.
Cuando venían las bolsas ya cargadas, le estaba diciendo porqué adoptamos y la importancia que tenía para mí cortar con cualquier vínculo genético.
Y me dice:
“Yo si hubiera querido que usted tuviera un hijo que fuera un nieto de Alejandro”
Y se puso a llorar. No sé si es la edad o el medicamento, pero ni siquiera me enojé. En otra situación hubiera parado el carro y no le hablo más quién sabe por cuántos años.
Ella seguía llorando diciendo que no debió decirme eso, que era una barbaridad, que cómo me fue a decir eso, que Pato tan lindo, tan esto y tan lo otro.
Yo le expliqué de nuevo que Pato ES nieto de mi papá. Que para mí no hay duda de eso.
Por dentro, me di cuenta que sus motivos son egoístas. Ella no quería ver un nieto de Alejandro. Ella quería volver a ver a Alejandro. Y sobre todo, al decirme eso, como siempre, quería herirme.
Me da igual. Yo a mi gordito no lo cambio por nada ni por nadie. Y si volviera a vivir, quisiera que la vida me volviera a reunir con él; porque sin él, nada tiene sentido.
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