Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

Pato descubre el teléfono fijo

Ayer a media clase de natación, llamé a Marce para recordarle un tema de la escuela de Pato. Por alguna razón no le entró la llamada al celular, así que llamé a la casa y tampoco. Le dejé un audio.

Cuando terminé de nadar, tenía 5 llamadas perdidas de la casa. Obvio, pensé que había pasado algo. Y como cuando yo me preocupo, me enojo, llamé muy molesta a ver qué era la cosa. Marce me responde muy tranquilo que escuchó mi audio.

En la tarde, cuando llevo a Pato a las clases de él, en algún momento me pregunta que dónde estaba yo en la mañana y le digo que nadando. Me dice que no me escuchó, ni el carro, ni la puerta del garaje, ni nada más

“Por eso te llamé”

“Me llamaste?”

“Sí, para saber dónde estabas”

“De dónde me llamaste?”

“De la casa”

“¿Me llamaste muchas veces?”

“Sí. Cinco”

Le explico que cuando estoy nadando el teléfono se queda lejos, que además no suena, solo vibra y que será hasta que salgo de nadar que me doy cuenta. Además, que cuando veo tantas llamadas, me preocupo.

“Ok mama”

Hoy en la madrugada, mientras iba de camino a la piscina, veo que me llaman de la casa. Casi choco del susto

“Hola Mami. Quería saber dónde estás. Por dónde vas? A cuál piscina vas? A qué hora vienes? Hoy me puedes hacer masajitos? Te quiero mucho mama”

Colgamos

Otra vez, dos minutos después, llamada de la casa

“Mama, recuerda nadar a tu ritmo. No hagas nada que te canse mucho. Lo importante es hacer ejercicio. Te amo mama. Besitos”

Sonrío. Recuerdo que de niña, cuando descubrí el poder del teléfono, todos los días de mis aburridísimas vacaciones, esperaba con ansias que fueran las 9:10 am para llamar al trabajo de mi mamá para hablar con ella, básicamente las mismas tonteras, pero sin tanto cariño. Nunca nos decíamos que nos queríamos. Y mi mamá se exasperaba conmigo. Mis llamadas interrumpían su descanso.

En mi casa le terminaron poniendo candado al teléfono pero ni siquiera eso me detuvo. Yo sabía llamar a punta de pulsaciones.

Y vos, ¿qué pensás?