Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

La caja

desde la isla de

Soñé que encontraba una caja que había sido de mi abuela materna, Nena. Estaba metida en algún closet de la casa de mi mamá, envuelta en una tela.

Adentro habían cartas, muchas, también en otra bolsa de tela. Quería leerlas todas. Debajo de ellas, algunas más, a máquina, tal vez separadas, especiales o distintas. Esas las quería leer primero.

Había vanidosas redondas con espejos para verse el maquillaje, lápices de labios antiguos, colorete. Tal vez algunas sombras de ojos.

En otros paquetitos más pequeños, naranja confitada que aun sabía bien, higos azucarados.

Peines, cepillos, aretes, algunos collares. Recortes de revistas y periódicos. Fotos viejas.

Y abajo, en el fondo, cigarros y un encendedor. Nadie había sabido nunca que ella fumaba.


Gotitas de lluvia

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