Una de mis pesadillas ansiosas es la Facultad. No matricularme a tiempo. Perder el informe de matrícula y no saber a qué clase ir. No haberme graduado aun.
Soñé con la Facultad. Todos usaban unos bolsos verdes que solo usaba Derecho y yo quería uno para mí. Los distinguían con una sticker con el nombre y la foto del dueño.
La facultad era más amplia, distinta, con un auditorio en el segundo piso, yo quería ir a ver eso que era nuevo para mí, donde habían estudiantes sentados conversando.
Iba a la oficina de atrás, donde antes estuvo Pin, a tratar de matricular mi tesis. Quería hacerla sobre un libro recién descubierto y de cómo impactaba el concepto de justicia.
He estado leyendo sobre el juicio de Nuremberg y confirmando mis teorías sobre la injusticia detrás de eso. No que los nazis no merecieran castigo, nada de eso. Pero la forma en que se hizo. La parafernalia. ¿Para qué ese teatro de juicio? Mejor solo les pegaban un tiro. Tal vez fue por eso.
Iba a entrar a una clase de primer ingreso como profesora. Lista para preguntarles porqué querían ser abogados, para detectar a los sociópatas que abundan en esta profesión.
En medio de esa vigía escuché respirar a Marcelo. Supe que estaba más despierta que dormida y que nunca entraría a la clase ni escucharía las respuestas.
Fin del sueño.
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