Vamos a clase de música. Ahora la hacemos compartida con un niño que es un virtuoso y aprovecha cada momento que tiene para demostrarlo a todo volumen: guitarra, ukelele, tambor. Lo que sea.
Pato se lo toma con caballerosidad y no se mosquea.
Hablan de Limón, del rice and beans, de la cultura, de dónde venían y de cómo llegaron a Costa Rica.
– Llegaron como esclavos- explica la profesora
Y de pronto, la vocecita de pajarito que amo:
– No. Ellos llegaron esclavizados. Los trajeron a la fuerza. Ellos no querían ser esclavos. Nadie quisiera ser esclavo.
Me recuerda un viaje previo a Florida, cuando se montó al bus del aeropuerto y me dijo:
-Mami! Mira qué montón de negros…
Todos los que entendíamos español, tragamos grueso. Traté de pensar qué hacer, pero estaba paralizada.
Pato terminó la frase:
– Qué lindo ¿verdad?
Y se fue a sentar al lado de una señora negra muy maternal y le dijo:
– Me encanta su color de piel. Thank you
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