Anoche Pato y yo habíamos quedado en hacer una piyamada.
Para evitar incomodidades propuse hacerla en mi cama.
Dormir en el suelo es toda una aventura pero me quiebra la espalda.
Dormimos igual de mal.
Pato atravesado en horizontal. Pato despertándome varias veces en la noche porque había un mosquito.
Yo incómoda con la pata de uno de sus cincos peluches en la cara, con otro clavándose en la cadera.
El dolor en la ingle de una contractura necia desde el jueves pasado.
Siggy subiendo y bajando toda la noche, tratando de acomodarse entre nosotros.
El insomnio de la 1 de la mañana. La trasnochada
Y, sin embargo: sus manitas buscando las mías. Sus besitos. Su respiración tranquila. Su ilusión de domir conmigo.
“Te amo, Mami”
Con eso basta
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