Tal vez son los que se encontraron de nuevo en la vida, ya divorciados y con los hijos grandes y decidieron volver a ser novios o incluso casarse y están descubriendo que por primera vez son felices y les queda aun media vida.
Tal vez es el que descubre que es mentira que el tiempo todo lo cura y que esto que siente solo puede ser porque es el amor de su vida pero no está dispuesto a cambiar nada y se consuela a solas con la fantasía de lo que podría haber sido.
Tal vez son los que a los 60, 70, 80 reconectan con aquella noviecilla del barrio o de un baile y ahora se hacen visitas cortas de vez en cuando en sus oficinas y se mandan mensajitos tímidos de texto y se prometen verse un día de estos para la osadía de tomar un café juntos.
Tal vez es darse cuenta que la capacidad de enamorarse, de ilusionarse, de arriesgarse, de ser correspondido, amado, comprendido, es para toda la vida. Que nunca es demasiado tarde. Que no hay excusas.
Tal vez es el que te consuela cuando te duele cuando te ponen la vía, te abraza y te seca las lágrimas, se sienta con vos tres horas mientras baja el suero, te sostiene la frente cuando vomitás, te da ánimos sin exigirte que seas fuerte y espera con la misma esperanza que vos la última sesión de la quimio.
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