Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

Aislamiento. Día 1. Quiero comerme a Suertudo

desde la isla de

Ayer andaba en mis mandados. Fui a refilar mi protocolo para que se pueda imprimir en él. Es como su le hicieran una pequeña inclinación en cada página, milimétrica. Pude ser todo el proceso y preguntarle al señor si alguna vez se había cortado con esa guillotina. Solo una vez y no sintió nada hasta que sintió algo caliente en la mano.

Entró el mensaje. Que lo incapacitaron 3 días mientras le sale la prueba del Covid. Y yo había estado con él el lunes, en un juicio, defendiéndolo en un proceso de pensiones, sin cobrarle, obvio, porque compas. Que tiene diarrea, dolor de cuerpo y de cabeza. Y le empezó el lunes en la noche.

Pero eso solo significa queme pudo haber contagiado. Llamé al doctor y empezó el vendaval. Que si Marce y Pato salían inmediatamente de la casa. Que mejor no porque podía contagiar a mis suegros. Que si me aíslo en la casa o en un apartamento. Que en la casa. Que se vaya la muchacha a su casa por si acaso. Que si la prueba ya o en unos días. Yo dando vueltas por el barrio porque estaban asfaltando la calle, hasta que Marce me dice que es mejor que parquee el carro cerca y camine a la casa, que ahí estaré más cómoda.

Desde ayer estoy en mi cuarto. Sin síntomas, con oxímetro.

Sin síntomas reales. La verdad es que siento que me duele la garganta. Por ratos, que me duele el cuerpo. Trato de escucharlo y saber si son síntomas reales o es solo mi miedo.

Empecé pensando que podían ser vacaciones, ver las series pendientes, estar en la cama. Hasta que me empezó a doler la espalda de estar acostada. Y empezó la ansiedad y la tristeza. Y las lágrimas por ratos.

En la mañana no me podía concentrar en nada, ni siquiera en seguir el hilo de las cosas. Luego me aburrí. Vi tele. Estuve en un par de llamadas. No me puedo concentrar mucho. Quiero leer, pero no puedo.

Sé que estoy bien porque chequeo cada 6 horas. La natación me tiene con 99 de saturación de oxígeno y 55 de ritmo cardíaco.

A Pato lo llamo por video llamada a cada rato, solo para sentirlo cerca. Me pregunta si estoy mejor, si estuve con un señor, que cuánto durará el coronavirus en salir del cuerpo.

Tengo un hambrón. Almorcé y además comí papitas y dip y chocolate y hoy vamos a pedir Olive Garden que finalmente llegó a Ubereats.

No logro enojarme con la persona que me pudo haber contagiado, aunque trato. Llevo meses, desde marzo, viendo en FB cómo sale de su burbuja, paseos, restaurantes, guaro. Hasta le dije que su ex pareja tiene razón en no dejarlo ver a su hijo en ese nivel de desmadre.  No logro enojarme, pero ya siento esa desconexión absoluta, el corte repentino. No quiero saber nada más de esta persona. Ni siquiera llamarlo a ver cómo sigue.

No dejo de pensar en esa audiencia. Desde marzo ando con careta de soldador y desde mayo o junio con careta, aunque me de mucho calor. Esa audiencia fue en una oficina pequeña, cerrada, dos horas y media, con distancia. El ventilador me quedaba justo al frente. Varias veces pensé en pedir que lo encendieran, pero al final no lo hice.

Tal vez la carga viral fue pequeña. Tal vez no me contagié. Tal vez sí estoy contagiada y me va a dar suave. Y si estoy enferma tocan 10 días más aquí adentro o a los 3 dentro de la casa. Pero también es una lotería.

Ayer le recordé que Pato es de alto riesgo. No dijo nada. Le pregunté si le avisó a la mamá de su hijo, que estuvo en esa misma audiencia y dijo que no. Le pregunté si sabía de dónde se pudo haber contagiado y me dijo que en realidad ha estado en contacto con mucha gente. Su negación ha sido vivir en modo cuál pandemia.

A él le dan el resultado el sábado, pero tal vez yo lo consiga hoy. Y si es positivo, entonces el viernes nosotros 3 nos hacemos la prueba. Si estamos positivos al menos podremos estar todos juntos en la casa y el peso de Pato no le cae entero a Marce. Y llamo de inmediato al juzgado para avisar.

Me aburro.

En la noche le canté a Pato por video llamada y me puse a llorar.

Por ratos quisiera salir corriendo a abrazarlo. Por ratos, me siento como Alf en el episodio en el que se tuvo que encerrar para no comerse a Suertudo.

alf


Gotitas de lluvia

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