Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

Perfume de gardenias

desde la isla de

Hace un año, escuché al médico dar la orden de repetir la mamografía. “Hay una lesión”- decía. La repitieron seis veces. Una lesión que tenía 50% de posibilidades de ser cáncer y que lo fue. Pero también un cáncer que se detectó a tiempo y eso me salvó la vida.

Hace un año, fui a hacerme el examen de control como todos los años, el día del cumpleaños de Alejandro, aferrada al pensamiento mágico de que nada malo podía pasarme en un día así. Cuando escuché al médico, lo primero que pensé fue que no podía estarme diciendo eso en un día así. Era un día de buenas noticias. Tenía que ser un error lo que me estaban diciendo.

Hace un año empezó una vorágine, pero no me tragó. Hoy me siento bien y sana y en unos días, tengo un examen de control para confirmar lo que me dijeron después de la cirugía: estoy curada. Hay algo de ansiedad, no voy a negarlo, sobre todo porque no quisiera vivir el pequeño infierno de enfrentar de nuevo mi propia mortalidad. Pero ya no llega a ataque de pánico.

Hoy me siento como en aniversario, mi no cumpleaños, mi celebración de una oportunidad de vida. Un fin de año atravesado en mayo, un día de reflexión automática de todo lo que ha pasado. Ver 365 días atrás como en una película, la gente que me dio un cariño tan natural y tan puro, que me sostuvo en la recuperación.

Las amigas alocadas que de repente eran las más serenas, las más nutrientes, las que estiraron los brazos para abrazarme y sostenerme y no dejarme caer, a mí, que siempre me había vanagloriado de no llevarme bien con las mujeres. Los amigos presentes, preguntando discretos, visitando, sonriendo con los avances. Todos ellos y los médicos, fueron mi curación y mi ánimo y comprobaron la base científica de un viejo cliché: el amor cura. No basta, pero ayuda. Y mucho.

El cáncer me cambió la vida. Me mató muchos miedos. Me hizo ver las cosas de otro modo. Me modificó el concepto de tristeza, de tragedia, de lo que vale la pena. Me hizo más resistente. Me demostró que yo podía y que tengo gente que lo creía de mí cuando yo no daba un cinco por mi resistencia. Que podía ser valiente.

Y es que también sigue siendo el cumpleaños de Alejandro, 72 años, que ya de por sí me ponía nostálgica y trato de invocarlo en la memoria y me cuesta sobre todo cuando me doy cuenta que no recuerdo el sonido de su voz. Tampoco sé si le decía papá, papi o pa.  Le pregunto a Ella y me dice que no se acuerda. Tampoco que hoy sería su cumpleaños pero eso no se lo digo.

Mi registro empieza después, cuando hablaba de él con terceras personas porque con él ya no podía hablar más. Entonces era y es desde entonces “mi papá”, un otro, uno al que yo no le hablaba directamente, uno de quien yo le contaba a los demás. Más que una memoria sonora, lo mío es sensorial. El recuerdo de su presencia y su atención y su cariño. De sus ojos y su mirar. De mi mano entre la suya. De su risa. Otro cliché confirmado: el amor sobrevive a la muerte-

Es además, una memoria selectiva, porque lo único que no escucho es su voz ni la mía. Todos los demás sonidos están ahí. El y yo somos una cápsula de una película muda donde tenemos un idioma silencioso compartido. Oigo, por ejemplo, la voz de Mimí, la de sus amigos, la de mi mamá. El tránsito, el patio, los pajaritos, la tele, la cocina, los pequeños ruidos de cada día de hace cuarenta años.

Hoy, que he estado pensando en él, todo el día he escuchado en el fondo de la película Perfume de Gardenias y sé que en ese momento del pasado, me pide que le conceda esa pieza, acepto, me alza y bailamos muy marcado y él canta llevando el ritmo impecable: Perfume de gardenias, tiene tu boca…


Gotitas de lluvia

2 respuestas a “Perfume de gardenias”

  1. Yo llegué a estas anchas alamedas hace más o menos un año entonces. Brindemos por las bodas de papel de nuestra amistad bloguera y virtual.
    A mí me pasa algo así con mi papá también. Lo siento cerca todo el tiempo. Tengo la suerte de que era un personaje conocido de nuestra televisión local y eso hace que la magia de algo que se llama YouTube no me permita olvidar su voz y que sus nietos lo escuchen aunque sea un ratito.
    Me alegro muchísimo por esta recuperación. Deseo que sigan llegando buenas noticias sobre tus progresos así como deseo que algún día podamos conocernos personalmente.

  2. Hola Ale, no creo en las casualidades, hoy estuve recordándote y bueno me encuentro con lo que has escrito. Como me agrada saber que estás bien. Un saludo y un abrazo.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *