No, si no me dolió. Para nada. Hace mucho tiempo que no le tengo miedo a los doctores ni a las agujas. Si lloré, es tal vez porque hace mucho necesitaba llorar así, sin amarras.
Fue además porque justo cuando estaba a punto de parar, de rejuntarme en una sola, vi a mi prima de repente sentada en la sala de espera y pensé, como siempre, en la falta que me hace Mimí y como en un día como hoy, que necesitaba llorar así, a mares, hubiera querido abrazarla y llorar y llorar y que ella me consolara como siempre, con su mano en mi cabeza, sin decirme nada más que lo que me decía a veces “Porqué estás triste, madrecita? Si es por un hombre, no hay ninguno que valga tus lágrimas”
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