De repente estoy de vuelta en la U y llego a una clase solo para enterarme que supuestamente la matriculé desde principio de semestre, nunca vine y justo ese día, hay examen final. Para rematar, es de algo de física o matemática. Mis compañeros me ven con lástima, pero no me pueden ayudar. No me puedo escapar. No recuerdo que no estudié nada parecido. No recuerdo que ya me gradué. Cuando siento el vacío arrastrándome al fondo, cierro los ojos para solo dejarme caer.
Cuando los abro, estoy en la casa de Ella y tengo 8 años. Veo las cosas que pasan alrededor mío y la veo, extrañamente coqueta y contenta. Sonríe y no se queja de lo mucho que no soporta estar en la casa, hacer oficio. Cocinar. Hay un olor, un olor que recuerdo. Y de repente me invade la certeza que le da vuelta a mi padrastro, que yo lo sé, que de alguna forma me enteré y que me siento impotente, absolutamente impotente para hacer algo al respecto. Que me siento sucia por saber. Que hay cosas que no hubiera querido enterarme, nunca. Ni siquiera sé cómo decirlo. No tengo a quién. Pero sé que Ella va a salir, va a ir a verse con él y que yo no puedo hacer nada, excepto ver.
Tocan el timbre.
Yo abro, en piyama y el Patán, alto y oscuro se dibuja en el portal de la puerta. Han pasado 25 años y me dice que me apure, que vamos a llegar tarde a un juicio. Yo empiezo a sudar frío mientras intento recordar de qué es el juicio, a dónde, con quién, cómo voy a defender algo que olvidé. Entra y se sienta y me dice que se va a quedar a dormir en la casa, conmigo, en mi cama. Otra vez el vacío. Sé que Ella es capaz de pegarme si me ve con él y le ruego que se vaya que me espere afuera, que le prometo despertarme temprano, irnos a tiempo, ganar la pelea. Entonces acepta y sale conmigo y quiere sacar su carro del garaje oscuro del vecino y se aprovecha que es tarde en la noche y entonces no es el Patán si no el primer hijo de puta que creía en el miedo, en que mejor pedir perdón que pedir permiso, en su derecho consagrado por ser hombre-varón de forzarse, que cree que la parálisis de la víctima es gusto y no pánico. Y busco al Antídoto y no hay Antídoto, nunca existió, tal vez lo soñé. Yo estoy sola, afuera, de noche, con él. Y no puedo, no puedo defenderme.
El reloj dice que son las 5:08 am. La funda mojada de la almohada dice que lloré.
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