A dos días de montarse en un avión rumbo a Alemania, el Patán y yo discutíamos de todos los temas pendientes. Mejor dicho, yo le hacía la lista mientras él, cómodamente desde su silla de ejecutivo, me daba detalles de su tour organizado para que todos los pachuchos platudos (como él) o endeudados (como el resto del charter), ambos dos cogidos por la Fedefutbol y sus sobreprecios, pudieran disfrutar del tour furbolero.
Ya entrando en esos análisis que más que estudio riguroso, parecen un sobo mental típico de cuando uno no tiene que ni mierda en qué entretenerse y apoyado en mis conocimientos derivados de mi supuesto programa de sexo, viene el Patán y me comenta sobre un alto ejecutivo de su empresa de origen y nacionalidad de la Comunidad Económica:
“Ve el caso de ese mae, por ejemplo. Siendo de allá, con choza allá, con toda la harina del mundo, habla el idioma, le sale gratis, y no va a ir ni a UN SOLO PARTIDO. Lo podés creer? O sea, ni por el chingue. Es más– me dice con tono conspiratorio y achinando solamente un ojo, con ceja levantada y todo- a ese mae le da por ir al teatro y a galerías de arte y lee esas putadas que a vos te gusta andar leyendo y hasta va a ver óperas y ballets. Encima las entiende – y concluye, basado en la contundente evidencia presentada- Ese mae debe ser pla.. – y se detiene consciente de la bronca que armo yo con los insultos descriptivos, como hembra o playo, por ejemplo– raro… “
Y se cruza de brazos se echa para atrás y es obvio que espera que en mi condición de abogado chupamedias, le sonría y le reafirme sus hallazgos científicos. Y me dice
“Vos que crees?”
Yo, sin levantar la cara de mi cuaderno de apuntes, donde he seguido anotando los pendientes mientras él hacía gala de su raciocinio, le respondo:
“Don Cosito: Raro no. Lo que es, es culto…” y le hago enfásis en la última palabra para que le caiga el cuatro de sus falencias.
Hay una parte, que, como siempre, me callo: “…y si usted cree que la virilidad se define por el gusto del futbol, estamos jodidos.” , por que me preocupa que si por esos milagros mundialistas o la divina intervención de San Joao Havelange, el Patán se deja de fijar en la paja en el ojo ajeno y se da cuenta de la viga en el ojo propio, no pueda ver los partidos por los que fue tan estafado, a gusto.
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