Dicen las estadísticas que en Costa Rica, hay un accidente y un poquito más por día. Nunca he visto el cero tanto por ciento. Pero sí veo el 1 todos los días, de mi casa a la oficina. Antes llegaba a la oficina en 5 minutos, ahora demoro 35.
Antes me enojaba con los choferes. Antes avanzaba más lento para hacerlos rabiar. Antes me picaba y aceleraba con rabia. Antes iba sin cinturón. Antes no usaba manos libres. Antes alardeaba de mis respuestas obscenas a los conductores. Antes me maquillaba, comía y leía en cada semáforo y además, si podía, me los saltaba. Antes llevaba a mi perrito en los regazos. Antes le pitaba a los señores mayores y mujeres miedosas para que se tiraran, avanzaran más rápido, no estorbaran. Antes me reía de las descripciones de los demás del infierno que son nuestras carreteras. Antes hacía kamikaze en las rotondas.
Ahora no. Ahora tengo miedo. Ahora hice la matemática y pensé que al multiplicarse mis minutos de rodaje en la ruta donde a diario hay accidentes, es cuestión de tiempo para que me alcancen las estadísticas y la que choque o la que choquen o la que mate o a la que maten sea yo. Pienso en cuándo será mi turno. Y tiemblo.
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