Chineado
viernes, agosto 17, 2012Venían llegando del hospital. Un par de horas antes, mi sobrino se levantó solito, fue a buscar al mi hermano, lo despertó y le dijo “Papá, ya no aguanto. Tengo gato”, antes de ahogarse en tos.
Me puedo imaginar a mi hermano, paralizado del susto, vistiéndolo, llevándolo de la mano en la madrugada a una sala de emergencias, acompañándolo a la nebulización, reviviendo su propia infancia, incapaz de reaccionar distinto a una enfermedad que él conoce demasiado bien.
Cuando yo llegué, se estaban bañando. Les toqué la puerta del baño con fuerza “¡Soy el Lobo feroz! ¡Abránme la puerta!”. Silencio. Y luego la voz de mi sobrino: “Papá, ¿quién ez el lobo fedoz?” A mí me sorprende. No sé qué le leen a los niños de esta época ni me imagino mi infancia sin los tres cerditos. No pude amenazar con soplaré y soplaré y esta puerta derribaré.