Historias maternales mínimas
miércoles, agosto 15, 2012Los tres años que Mimí fue a la escuela, fue sin desayunar. Los tres años tuvo una maestra que, como a las 10 de la mañana, cuando arreciaba el calor, le pedía a la mejor alumna- a Mimí- que fue a comprarle un pinolillo bien frío. Mimí iba orgullosa y feliz. De vuelta, sudando bajo el sol, patita en el suelo, vestidito de manta, se decía a sí misma “Si me tomo un traguito, nadie se va a dar cuenta”. Y bajaba un sorbito. “Solo me salió espuma…”. Otro sorbito. “Me supo medio raro la leche. Voy a probar a ver porque si no me devuelvo a que lo cambien”. Otro sorbito. “No me fijé si estaba bien batido”– Y así hasta llegar a la escuela con un culito de pinolillo en el vaso. Todos los días, la maestra la recibía del mandado con una sonrisa “Gracias Natalia. Sentate”.