No, ya no lo quiero para mí.
No, ya no lo veo como algo mío.
No, no hay ninguna confusión, ya las cosas se hablaron claro.
Pero si veo a esa perra ordinaria acercársele una vez más, tocarlo una vez más, restregársele una vez más, decirle vulgaridades una vez más, ofrecerse una vez más…
Le saco los ojos con las manos.
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