Tenía que estar a las 11 en punto en la oficina. Hay algo que hacen los locales: como saben la hora exacta a la que pasa un tren, logran llegar a su destino no antes, no después, si no exactamente EN PUNTO. Y si uno tiene dudas del reloj de uno, simplemente se pueden fijar en los miles de relojes que hay por todas partes, todos ellos perfectamente coordinados.
Yo salí a las 9:40 y a las 10:15 ya había llegado. Para no generar incomodidades, me puse a pajarear por ahí, comprar unas tarjetas postales, decirle a la muchacha de la caja que no le entendía lo que me estaba diciendo y finalmente me aparecí a las 10:50. Lo primero que me dicen es que llegué muy temprano, que mi cita es hasta las 11, que aun no llega la persona que me va a atender.
(Hago aquí un paréntesis para comentarles que si hubiera llegado a las 11:01, con suerte no me atienden y me quedo sin mi pasantía, pero diez para las once es también un problema porque les incomoda hacer esperar a alguien o tener a alguien esperando).
Me atendió Tatjana, a qué hora? sip, once cero cero. Y empezamos el desfile, lo que yo en mi oficina llamo visita de zoológico. Eso consiste en que se le abre la puerta de la jaula a cada abogado para presentármelo. Es un poco incómodo porque:
a. Son un pichazo. A hoy, solo me acuerdo de Tatjana.
b. Nadie sabe nunca qué decirte “mucho gusto, bienvenida, que se divierta, cuánto se queda y porqué está aquí”
c. A nadie le gusta que lo interrumpa cuando está breteando. Yo, particularmente, me pongo como un miura.
El lugar donde están las oficinas, es la segunda locación más cara de la ciudad. 16 mil euros por metro cuadrado. Cuando me enteré de esos precios, entendí porqué las oficinas no se ven para nada lujosas, se ven más bien austeras. Comparadas, nuestras oficinas en Costa Rica tienen esa exhuberancia de los carnavales de Río comparados con estas, que parecen una fiesta de cumpleaños de un grupo de amigos ahuevados.
Otro dato curioso es que las oficinas están muy desordenadas, mucho peor que la mía, por ejemplo. Yo pensaba que aquí cada cosa tenía un lugar y que había un lugar para cada cosa! Tal vez es que ya no hacen a los alemanes tan obsesivos compulsivos como antes.
Todo iba muy bien, en inglés estándar, muy cómodo, hasta que llegamos a una oficina de uno de los socios. Este señor, muy simpático, me dijo algunas cosas dignas de señalar:
a. Que era una lata que estuviera en el Goethe, porque escuchaba a gente de todos los países de Europa y Asia hablar alemán fatal, con mucho acento y mal.
b. Que estando con ellos, en dos semanas iba a estar fluida en alemán (esa promesa la he oído por todo lado y aun nada).
c. Que iba a dar la orden de que nadie me hablar en inglés. Me explicó que mucha gente, por ser agradable y por la oportunidad de hablar en inglés, querrían hablarme en ese idioma. Me dijo “Insista en hablar en alemán y dígales Deutsch ist die Ahmsprache! (El alemán es el idioma oficial)”
Y para cerrar con broche de oro- y esto no es una broma- esta joyita:
d. “Usted es lo más exótico que he visto en muchísimo tiempo. Podrá entender lo exótico que resulta para nosotros, los europeos centrales, ver a alguien de Costa Rica”.
Yo había vacilado mucho, antes de venir, con lo del exotisches produkt. Lo que jamás me imaginé fue que alguien de verdad me lo fuera a decir. Mucho menos un abogado!!
Me asignaron una oficina cómoda, con ventana. Al llegar, ya tenía compu, encendida y me habían asignado una dirección de correo. En mi oficina, un practicante tiene suerte si lo ubican en el baño. Si es alguien con mucha influencia, le ponen un bombillo para que no esté a oscuras.
Llegó el de IT- Herr Büchler- a ponerme contraseña nueva. Tenía que tener una letra mayúscula, otra minúscula, un número y un signo. Para hoy ya se me había olvidado cuál puse y de estar probando, trabé la máquina. Así que todala mañana me dediqué a hacer la tarea de alemán, que era leer el periódico y encima, entenderlo.
No tengo programas de chat (están prohibidos) y navegan con explorer. Pregunté, de maldosa, si había firewalls. A her Büchler le empezó a brincar un ojo de solo pensar en dónde putas navegaría yo y quiso saber porqué preguntaba eso. Como no sé decir en alemán “por curiosa” le dije que no sabía porqué lo preguntaba. Me hizo la mirada de “te miro con sospecha” (la que es como de lado con los ojos entrecerradamente desconfiados) y me advirtió que, todo lo que yo viera en internet, lo estaban monitoreando en Londres y que prácticamente lo veían live.
Hoy llegué bien temprano, de hecho creo que fui la primera en llegar. Para entrar a mi oficina, hay que pasar un pasillo que tiene puertas a ambos extremos. Pues se me cerró una puerta y la otra no abría. Tuve que tomar el ascensor (que está en ese mismo pasillo), salir del edficio y volver a entrar por la puerta principal. La recepcionista de la oficina, una señora medio amargada, no podía creer que yo fuera tan inútil.
Yo tampoco lo creía, hasta que bloquié la compu por no apuntar la palbra clave. Mientras yo recorría los pasillos como alma en pena, me encontré a mi mentor de la pasantía, Herr Doktor T. Se me vino encima con la mano extendida, nos presentamos mutuamente y taz! me pasó a la oficina y me sentó. Yo no hallaba cómo decirle que si podíamos hablar después porque me iban a arreglar la compu, así que ahí me quedé.
Hablamos como 15 minutos en alemán. En realidad habló él, yo me limité a hacer el ridículo y a tartamudear. Le conté de mi experiencia como producto exótico. Me dijo que le parecía genial que solo me hablaran en alemán. Le conté del comentario cabrón de los acentos horribles de los demás habitantes de Europa y me dijo que eso era cierto, pero que en mi caso yo hablaba muy bonito, pero que se notaba que hablaba en forma insegura, que tenía que hablar más fluido y luego ocuparme de mis errores. Además me dijo que no tenían nada que poner a hacer a un abogado tico, pero que yo venía muy recomendada de Chicago y además que él sabía que yo tenía cosas de mi trabajo que atender. Que mi tiempo era mío y que si no tenía nada que hacer, entonces que le dejara saber a ver qué se le ocurría. Y me despachó para que me fuera a registrar con la policía, el requisito migratorio pendiente. No vaya a ser que llegue tarde.
Yo dije pocas cosas. Pero ya noto un avance sustancial en el hecho de que todo lo voy entiendo mucho mejor, aunque ni siquiera me hablen despacio. Consideración que tampoco me tienen, esencialmente porque la palabra consideración no está en el diccionario, ni el sentimiento en sus corazones.
En caso que no lo hayan notado, los alemanes son brutalmente honestos, lo que con frecuencia hace que resulten más brutales que honestos.
A todo esto, no me sentí maltratada en ningún momento. Normalmente lo que mi mentor me dijo, calificaría para mí como una regañada con la subsecuente crisis. Aquí, es un asunto de que así son las varas y esto es lo que vamos a hacer. No es que no me lo tome personal, es que simplemente es un tema cultural. O será que estoy, de verdad, muy agradecida por estar aquí.
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