Yo ya venía viendo sospechosa la nueva imagen de campaña de Arias porque a mí que no me digan que no es extraña esa foto del citado de página entera de todos los sábados en la que:
a. Sale con la corbata de flores chillonas (!) desarreglada; él, que es la esencia de lo prim and proper y la elegancia al mejor estilo Picadilly.
b. Con las mangas arremangadas, probablemente tratando de indicar que está dispuesto a meter las manos hasta adentro para arreglar este desastre (o para empezar a empujar el país hacia adelante, como decía Mafalda) o para no darse color enseñando las mancuernillas de oro o de madre perla.
c. La insufrible pulserita de plástico. Yo hubiera jurado que era del Saprissa (que casi me bota de la silla de la impresión porque podrá ser de todo menos pachuco) hasta que hace poco me enteré que es una “limited edition” de la Fundación Arias, presa de la fiebre iniciada por Lance Amstrong, arribistas, copionetas et al y que es no es morada sino de un color que no recuerdo, pero igual de “in”.
d. Rolex? (salvo mejor criterio de relojeros y entendidos) NOT!
e. El pelillo se lo noté- no sé si serán las luces- mucho menos canoso y con un toque de rejuvenecimiento que me huele o a photoshop o a Miss Clairol o a mi estilista atacado. Y es que, claro, don Oscar SI debe haberse dado cuenta que es mentira aquello del tango de Carlitos de que veinte años no son nada…
f. Y como confirmación de lo anterior, y para demostrar que tenemos Nobel para rato, el botox en la mirada que lo transportó vía medicina moderna a las épocas mozas de sus años sin muletas y que espero le permitan la flexibilidad suficiente para hacerle ojitos a todos los votantes no convencidos de qué hacer con el dedito gordo en febrero.
Pero lo que me ha sacao el menudo es su artículo de hoy en La Nación , donde se consagra como ejemplar llamativo de lo que mi amigo Dean aun intenta caracterizar como esa nueva especie que ronda los ámbitos corporativos y que para evitar acusaciones de vendidos o de travestidos políticos y mantener la pinta de humanista, progresista y solidario, nos hemos dado a llamar neoliberales de izquierda.
Ojo como cierra don Oscar su aceptación patriótica de la candidatura (la que, para que no quede duda alguna, apoya la suscrita) :
El pasado 5 de junio empezamos este camino, como en el verso de Neruda, con una aurora enredada en cada sien; como en la canción de Víctor Heredia, sintiéndonos vivos en medio de tantos muertos, y como en el poema inolvidable de Violeta Parra, dándole gracias a la vida, que nos ha dado tanto. Ahora nos toca contagiar de ese espíritu a todo el país. Y, si lo hacemos, nada ni nadie podrá detener a Costa Rica.
¿Será que se pone roja la cosa? ¿O está implementando su famosa frase (copiada de Zapatero) de: “Más a la izquierda que yo, sólo el pasado”?
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