Zapote comenzó a ser un desastre de tránsito más o menos a las 7 de la mañana. Yo, por ejemplo, manejé contravía unos 300 metros, pero es que la fila de buses y trailers en esa calle por la que nunca pasan nada que avanzaba. Además, Furia me esperaba en la panadería.
Los tombos, en su afán de ser meticulosos, ayer le prohibían a los empleados del Hospital México del turno de la tarde, usar los puentes peatonales “por motivos de seguridá, meentiende?”. Los pusieron a cruzar la pista corriendo.
Gracias al Chino, tuve la excusa perfecta para no irme hasta Escazú e ir de vina a un evento que me interesaba.
Escuché a Luis Guillermo Solís decir en la radio que él fue parte de la comisión de enlance y coordinación para cuando vino Clinton y que los gringos estaban pidiendo que por favor soldaran todas las tapas de las alcantarillas de San José y que le pusieran tapa a las que no tuvieran. Se tuvo la dignidad suficiente para responder que si estaban locos.
Hoy Itz me dijo que qué emoción eso de tener un presidente guapo en el Norte. Claro, para la gente más joven es novedad. Yo, en cambio, tenía 20 años cuando asumió Clinton. Con esa certeza que da la experiencia, opiné con soltura al respecto “Querrás decir volver a tener un presidente guapo. Yo es que esto ya lo viví con Clinton”.
Obama me encanta, pero soy fiel a mi primer amor. Papi es papi. De haber sabido que las tapas de las alcantarillas estaban flojas, me hubiera colado por algún túnel y lo hubiera sorprendido a la altura del Parque Central. Algo de fijo se me hubiera ocurrido.
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