Como yo no tengo en términos prácticos nada que reclamarle al Antídoto y mi infancia disfuncional exige drama en mi vida, cuando siento la necesidad, le alzo la bronca al Patán. El ya sabe y lo soporta estoicamente. Son cosillas novelescas como “Estoy resentida, para que sepás, oíste?”. O le digo ““Hoy ando buscando camorra. Me parece una barbaridad que aquí y allá”. Usualmente termina cuando se me acaba la cuerda, el Patán pregunta que si ya tuve suficiente y yo digo que sí. Al principio, el Patán intentaba defenderse. Ahora lo acepta como los machos. Es como un ritual muy nuestro.
Pero a veces se me descontrola la cosa. Por ejemplo, el otro día, el Patán me forwardea un correo que le mandaron a él, donde la mujer que se lo envió, se refiere a él como, digamos, “Alberto”. “Alberto”, con toda la confianza, sin el “don” de señal de respeto y ni siquiera tratándolo de usted… como hago yo.
Mando correo furibundo exigiendo explicaciones de porqué esa sometida se toma atribuciones de tratarlo por el nombre de pila, con ese nivel de montura, mientras que yo me veo relegada a las formalidades que marcan nuestro trato. Mi correo decía textualmente esto:
“ESTIMADO “ALBERTO”?
Resulta que todo el mundo te trata de Alberto… aterro de igualadas resbalosas…”
Dejando marcadas las canchas para el próximo reclamo. Cuando me llama, de tirriosa, insisto en el punto “Cómo es esa vara que esa mujer te dice “Alberto” y yo, en cambio, de don para arriba y que esto y lo otro, AH?”. Uso la palabra mujer como si fuera un insulto. Algo que aprendí de mi abuela, que lo usaba para referirse al aterro de putarrones que andaban con mi tío.
Pero volvamos al Patán, que, acorralado, me contesta:
“Mirá, a mí las hembras me dicen de todo. Algunas me dicen Albertito. Otras me dicen Papi, algunas me dicen Negro, vos te imaginás que me digan a mi negro, porqué, ah? Qué será la vara? Otras me dicen mi amor, otras me dicen quiero más y otras me dicen Tito. Ya? Contenta? Vos como me querés decir?”
A mí estas cosas me entran flojo. Flojísimo. Y se lo digo:
“Nadie me tiene de bocona por andar preguntando mierdas que la próxima vez no digo ni picha porque la verdad es que a mí que me importa si vos no sos nada mío por dicha, eso me pasa por sácalas y metiche me lo merezco por hijueputa…”
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