Anoche soñé que me iba a pasar a otro colegio que no era el mío, que revivía un amor de adolescencia que siempre fue imposible, que Pato en realidad eran gemelos, que el Uber no llegaba nunca y nadie nos quería llevar a la casa, que de repente empezaba a escupir dientes como si fueran cáscaras de huevo e incluso dientes enteros.
Era todo tan extraño que ni siquiera sentí miedo. Estaba demasiado interesada en ver lo que estaba pasando.
Me desperté poco antes de que sonara la alarma. En el silencio de la oscuridad, escuché el bombeo húmedo del corazón y cómo se aceleró cuando hice consciencia de lo que estaba oyendo. Me quedé muy quieta para confirmar que lo que oía era la vida dentro de mi cuerpo. Recordé aquella frase: “A veces me llevo la mano a la yugular para sentirme la sangre corriendo y recordarme que estoy vivo”
Desde el amanecer estoy haciendo cálculos. A esta hora empezó el bombardeo sobre La Moneda.
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