Hoy Pato tuvo ese rito de infancia de irse de hocico, partirse la cara y terminar en el hospital con lavado quirúrgico y 12 puntadas, vacuna del tétano y consulta de ortopedia (no se quebró) Aunque le hemos dicho que todos tenemos una cicatriz similar, eso no lo consuela mucho.
Desde el momento mismo en que me vio la cara de terror, cuando lo vi con la cara y la camiseta llena de sangre, empezó a llorar diciendo que no quería ir al hospital, que no quería que lo cosieran, que no quería que lo operaran.
Lloraba como lloro yo en un ataque de pánico. Descontroladamente y perdiendo el aliento. Con calmas intercaladas hasta que me acuerdo de lo que me da terror.
En la clínica nos atendieron rápido. Y yo incluso le creí al doctor de que no habría ni agujas ni hilos y me di cuenta que nos mintieron a los dos.
Mi bebé gritaba desesperado mientras le aplicaban la anestesia. Me llamaba a gritos. Le pedía por favor al doctor que le sacara la aguja, lo acusaba de ser malo, le decía que le dolía.
Yo le sostenía las piernas, Marce los brazos, la enfermera la cabeza. Y le temblaba el cuerpito. Con cada grito, partía el alma. Lo estaba viendo sufrir aunque fuera por su salud. Y empecé a llorar y a tener un ataque de pánico, contenido a la fuerza para no asustarlo a él.
La última consulta en el hospital, la de ortopedia, fue la que permitió volver a centrar el alma. El doctor fue un ángel. Pero además, es nica. Y mientras le metía conversa a Pato, le tomaba una foto de mentira con un sello de tinta y Pato sonreía para la foto, lo examinaba, su acento me devolvió el calor al cuerpo. Eran las tortillas de Mimí calentadas en comal, volteadas con la mano. Era la voz de mi abuela regañandome con amor por haberme puesto a llorar, por no tener control de la situación. Le quedé mal a ella.
El plan del día quedó tirado en el piso. Me fui en ropa de ejercicio. No he podido comer.
Pato, en cambio, por ratos dice que le duele o inventa síntomas como que siente que la sangre lo empuja detrás de la herida, tratando de salir. Y se le pasa cuando se incorpora porque la sangre se devuelve.
Le expliqué a todos pasamos por algo similar de niños, incluyendo papá. Pero eso no lo consuela.
A mis suegros y a todos los que han llamado, les asegura que no lo cosieron. Que le pusieron un plástico nuevo especial que usan los médicos muy similar a lo que usa el hombre araña, pero que puede hacer vida normal.
El relato del accidente cambia en cada versión, cada vez más inverosímil.
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