Estoy como triste, como cansada.
Tal vez son los cambios tan fuertes en el medicamento de la tiroides. Pasé del nivel más alto que he tenido registrado de TSH a 0,16 en 3 semanas. No sé el detalle, pero sí sé que eso debe sentirse.
O son los calores insoportables, el sudor, el insomnio, de esta menopausia forzada.
Tal vez el PTSD que se me despierta cuando estudio con Pato. Darme cuenta que no tengo la paciencia que se necesita. El miedo de hacerle daño. Ver que no reacciona al amor apache. La angustia por los exámenes. La angustia por su futuro. Tengo claro que el problema soy yo, no él. Pero no sé cómo arreglarme.
O la mala noche. Escucharlo toser. Verle las ojeras. Debatirme entre si mandarlo o no a la escuela. Si escribirle a las maestras y pedirles que lo traten con cariño hoy. Querer abrazarlo y quedarnos los dos bajo su cobija favorita. Darle calor hasta que la tos se desvanezca.
Tal vez simplemente el final del año, la época, el darse cuenta.
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