Soñé que estábamos en la ciudad de Los Angeles, la que es onírica.
Caminábamos por las calles en grupo, porque se suponía que yo era la que más conocía.
De repente vi entre los edificios una parte de un monumento y dirigí el grupo. A la vuelta de la esquina había un parque, una cuadra enorme, escarpada y en la colina más alta, el Arco del Triunfo de la ciudad.
Empezamos a subir hacia allá y noté que sobre las piedras que escalábamos corría el agua constantemente y debajo de ella, en lugar de peces, se veían humanos microscópicos.
Alcé la vista y vi una enorme ola que venía despacio. Un tsunami de una cuadra. Una pared de agua. En dirección nuestra. Por encima de la espuma de la ola apenas se veía la parte de arriba del arco del triunfo.
Apenas pude avisarle al grupo cuando la pared se me desmorono encima y todo se me llenó de agua. Pero pude salir del fondo y empecé a nadar sin problema hacia el Arco. Ahí había gente esperando, gente que había llegado antes de que apareciera el tsunami
Yo llegué nadando sin problema, en estilo libre. Me devolví a traer más gente. Y luego seguí nadando por gusto.
No me ahogué. No tuve miedo. Era una catástrofe y lo disfruté.
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