Estamos el Patán y yo discutiendo animadamente de los negocios centroamericanos en los que yo trabajo por gusto, él me paga la mitad y se echa encima todas las ganancias. Concluimos que no queda más opción que viaje a Panamá cuánto antes. Entonces me lo dice:
– Vamos conmigo a Panamá. Mañana, en el vuelo de las 6 y media.
– A qué voy a ir yo a Panamá? No necesitan abogado, eso se lo pueden hacer el banco de allá, además tengo mucho que hacer aquí.
El Patán me aclara para qué es que me ocupa:
– Vamos, Sole. Tres días. Todo pago. Conmigo.
Esta vez es a mí a la que le toca hacer silencios. Y le digo:
– no.
– No porque no querés o no por que el mae ese no te deja?
Se lo repito:
– noquiero.
E insiste:
– Te estás amarrando los calzones para decirme que no o me lo decís en serio?
– yaledije:no.
– Tá bien. Ahí sigue el tiquete, para cuando te de la gana. No podés enojarte conmigo por pulsearla.
Me sonrío bajito. No puedo evitarlo.
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