Hoy traté de explicarle a Pato porqué sin dolor no podíamos conocer el amor, y fallé estrepitosamente.
No logré transmitirle que el amor no es sinónimo de dolor. No logré explicarle que no tiene sentido temerle al dolor. Ni que el dolor es parte de la vida.
Mientras le explicaba, me escuchaba a mí misma y me di cuenta del enredo que estaba haciendo. Hasta para mí misma. Estuve a dos comas de convencerme que La Ley le cantaba a los sadomasoquistas
Pero sí me quedó clara una cosa. Hasta ahora, la palabra duelo siempre evocaba ese periodo oscuro después de una pérdida sentida, mientras uno se hacía a la idea de lo que pasó y se reacomodaba para lo que sigue.
Duelo también podía ser ese encontronazo entre dos fuerzas que se oponen: la terquedad de la vida y esas ganas que siente uno de morirse cuando pierde a alguien querido. Usualmente se impone la vida
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