Son días en los que se abren muchas cajas llenas de recuerdos. Se suceden uno a otro, aplastados por tantos años y de repente libres, para estirarse, para dejar de ser una idea y volver a ser una película entera de detalles de otros tiempos.
Escribe la maestra de Pato convocando a reunión sobre su trabajo en clase. De inmediato, siento el miedo, la contracción de los músculos, el vacío en el estómago, la necesidad de preguntar si pasó algo malo.
Y pregunto. Y bueno, resulta que Pato es distraído y hay que ayudarle a que se concentre mejor.
Mi parte racional dice que Pato no es como yo y que se distrae con cualquier cosa y que hay que ayudarlo y que es cosa de límites y que no es para tanto.
Pero la otra parte, abre una caja en la que yo estoy pequeña, y todo, todo me da miedo. Y la sola idea de que llamen a mi mamá de la escuela, me aterra, porque no puede ser para nada bueno y sea lo que sea, ella se va a enojar y me va a castigar y me van a pegar otra vez. El motivo no importa.
Deja un comentario