Dos semanas sin nadar. La mayoría de los días por la gripe de Pato. Luego, sentí que la enferma era yo, pero era cansancio. Después la vanidad, por un tratamiento en la cara.
Dormí mal. Despertándome muchas veces.
Pero volví y el agua estaba tibia, perfecta. Trato de concentrarme en qué es exactamente lo que siento y nunca le llego. Pero me encanta y me recuerda cosas pasadas que no sé identificar bien.
Quién hubiera dicho que me enamoraría del agua.
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