Las ojeras, la congestión, la fiebre, los sudores, el dolor de cabeza. La ausencia de hambre
Nunca antes habías estado tan enfermo tanto tiempo
En las noches, ronca, se le para la respiración, se despierta agitado a medio camino de un ahogo
“Mami no puedo tragar”- aterrado, a punto de llorar
“Mami mi nariz no me deja dormir”
El llanto cuando hay que hacer un lavado nasal y sin embargo, mi niño valiente, se lo hace llorando
Yo me duermo sin darme cuenta cuando el cuerpo ya no aguanta. Dos horas, a lo máximo tres.
En la madrugada ya no me duermo más. No he ido a nadar
Soy un zombie que te jala para sentir tu frente en el hueco de mi ojo y así saber cómo va la fiebre, como hacía mi abuela conmigo.
Tu dulzura, tu estoicismo, me asombra.
Igual que esto de la maternidad, que con solo tocarte en una cadena de pesadillas que te tiene delirando, hablando, cantando, llorando dormido, te calmás. Con solo oír la voz me decís
“Estaba soñando cosas feas, Mami. No me sueltes”
Nunca, bebé. Nunca te voy a soltar
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