En un viaje de un diciembre, me compré un botón para usar en el junio siguiente:
“Kiss me. It’s my birthday”
La idea era ponérmelo y pasar frente al que me gustaba ese día, a ver qué hacía.
Se vino el junio y me angustió pensar que podía hacer el ridículo, que era demasiado arrastrada, que me podía pasar que alguien diferente me quisiera dar el beso. O, peor aun, nadie quisiera. Que se reirían de mí.
Se me hizo un mundo y al final no me lo puse. Nadie me dijo feliz cumpleaños. Bueno, mi abuela sí.
Deja un comentario